jueves, 19 de marzo de 2009

¿Sería posible la isla flotante de Gulliver?


“La isla volante o flotante es exactamente circular; su diámetro es de 7.837 yardas, esto es, unas cuatro millas y media, y contiene, por lo tanto, diez mil acres. Su grueso es de 300 yardas. El piso, o superficie inferior, que se presenta a quienes la ven desde abajo es una plancha regular lisa, de diamante, que tiene hasta unas 200 yardas de altura. Sobre ella yacen los varios minerales en el orden corriente, y encima de todos hay una capa de riquísima tierra. Profunda, de diez o doce pies. El declive de la superficie superior, de la circunferencia al centro, es la causa natural de que todos los rocíos y lluvias que caen sobre la isla sean conducidos formando pequeños riachuelos hacia el interior, donde vierten en cuatro grandes estanques, cada uno como de media milla en redondo y 200 yardas distantes del centro.”


“Pero la mayor rareza, de la cual depende la suerte de la isla, es un imán de tamaño prodigioso, parecido en la forma a una lanzadera de tejedor. Tiene de longitud seis yardas, y por la parte más gruesa, lo menos tres yardas más en redondo. Este imán está sostenido por un fortísimo eje de diamante que pasa por su centro, sobre el cual juega, y es tan exactamente equilibrado, que la mano más débil puede volverlo…. Por medio de este imán, se hace a la isla bajar y subir y andar de un lado a otro. En relación con la extensión de tierra que el monarca domina. La piedra está dotada, por uno de los lados, de fuerza atractiva, y de fuerza repulsiva por el otro. Poniendo el imán derecho por el centro atrayente hacia la tierra, la isla desciende; pero cuando se dirige hacia abajo el extremo repelente, la isla sube en sentido vertical. Cuando la piedra está en posición oblicua, el movimiento de la isla es igualmente oblicuo, pues en este imán las fuerzas actúan siempre en líneas paralelas a su dirección…. Así, cambiando de posición la piedra siempre que es menester, se hace a la isla subir y bajar alternativamente, y por medio de estos ascensos y descensos alternados se traslada de un lado a otro de los dominios.”

“Pero debe advertirse que esta isla no puede ir más allá de la extensión que tienen los dominios de abajo, ni subir a más de cuatro millas de altura. Lo que explican los astrónomos –que han escrito extensos tratados sobre el imán- con las siguientes razones: la virtud magnética no se extiende a más de cuatro millas de distancia, y el mineral que actúa sobre la piedra desde las entrañas de la Tierra y desde el mar, no está difundido por todo el globo, sino limitado a los dominios del rey.”

“Cuando se coloca la piedra paralela a la línea del horizonte, la isla queda quieta; pues en tal caso los dos extremos del imán, a igual distancia de la Tierra, con la misma fuerza, el uno tirando hacia abajo, y el otro empujado hacia arriba, de lo que no puede resultar movimiento alguno.”


Extractos del libro “viajes de Gulliver”, de 
Jonathan Swift.

Estos extractos pertenecen a los 
Viajes de Gulliver, concretamente a su estancia en la isla voladora de Laputa. Aunque quizás el pasaje más conocido de los viajes de Gulliver sea su estancia con los liliputienses, su relato sobre Laputa es también muy interesante. Veamos que partes pueden ser factibles y cuales no.

Antes de analizar si es factible o no que una isla vuele, veamos primero que el imán que se describe no es el responsable de que la isla flote en el aire. Esta parte no queda muy clara en el texto, pero veremos que es del todo imposible que el imán sea el responsable de que la isla vuele.

Supongamos que el imán empuja a la isla hacia arriba cuando está en la posición 1, y que tira de la isla hacia abajo en la posición 2. Como el campo B disminuye entre los extremos del imán, hay una cierta diferencia entre la fuerza que se ejerce sobre ambos, de donde se sigue que en 1 sea F2>F1 y en 2 sea F1>F2.


Debido a la simetría del campo magnético, la fuerza que ejerce el imán en la posición 1 sobre la isla es la misma que ejerce en la posición 2, sólo que de sentido contrario. Así que si en la posición 1 la fuerza ejercida por el imán sobre la isla tiene que compensar el peso de esta, en la posición 2, la isla se vería atraída hacia la tierra por su peso y por la fuerza ejercida por el imán, (que toma el mismo valor que su peso). Bien, siendo así, si estuviéramos en la posición más elevada que puede alcanzar la isla (unas 4 millas, o lo que es lo mismo, 6400 m) y girásemos la piedra imán, la isla tardaría unos 25s en caer al suelo. Si tenemos en cuenta el rozamiento con el aire y estimamos una velocidad límite de 180 Km/h, el tiempo en llegar al suelo es de unos 40s. Muy hábiles tendrían que ser los encargados de girar la piedra.

Más adelante hay una parte en la que se contradice a sí mismo:

“…pues en este imán las fuerzas actúan siempre en líneas paralelas a su dirección…”

“Cuando se coloca la piedra paralela a la línea del horizonte, la isla queda quieta; pues en tal caso los dos extremos del imán, a igual distancia de la Tierra, con la misma fuerza, el uno tirando hacia abajo, y el otro empujado hacia arriba, de lo que no puede resultar movimiento alguno.”

Lo malo es que ninguna de las dos frases acierta a describir lo que ocurriría realmente. Cuando un imán como el que se describe en el relato se coloca dentro de un campo magnético, el imán tiende a alinearse con el campo de forma que la energía potencial sea mínima. Exactamente como lo hace el imán de una brújula que gira hasta colocarse paralelo al campo. Esto crea un gran problema a los habitantes de Laputa. Supongamos que Laputa se colocase sobre el polo norte magnético de la tierra. Entonces ocurrirían dos cosas, la primera es que su piedra imán tendería a alinearse apuntando su polo norte hacia el suelo, y como la diferencia de las fuerzas ejercidas en sus extremos debe ser tal que equivalga al peso de Laputa, haría falta aplicar un momento increíblemente grande para girar la piedra. La segunda cosa que ocurriría, es que la posición de mínima energía es aquella en la que la piedra imán está atrayendo la isla hacia el suelo.

Supongamos ahora que la isla se encuentra en alguna zona próxima al ecuador. Allí las líneas del campo son casi horizontales, por lo que la piedra imán tendería a alinearse paralela al suelo, y no serviría en absoluto para aumentar o disminuir la altura a la que esté volando la isla.

Por ultimo, hay que decir que actualmente el imán más potente que se ha conseguido crear, no produce campos con intensidad mayor a 15 Tesla. Y ni mucho menos sale volando la interaccionar con el campo magnético terrestre.


Basándonos en todo esto, hay que rechazar la piedra imán como el elemento que sustenta la isla. Y como veremos más adelante, en el caso de que Laputa pudiera existir y flotase por otros medios, la piedra imán tampoco serviría para gobernarla y hacer que se desplace.

La levitación magnética consiste básicamente en enfrentar dos imanes de forma que la repulsión entre ellos haga que uno de los dos imanes flote en el aire. Esto no es fácil de conseguir porque esta situación es un estado de equilibrio inestable, lo que quiere decir que cualquier perturbación, por mínima que sea hace que el sistema se aleje de esa posición de equilibrio. Esto se traduce en que la más mínima perturbación hará que uno de los imanes se de la vuelta, se vea atraído por el imán inferior, y caiga hacia él.

Hay muchas formas de conseguir “levitación” magnética, pero restringiéndonos a aquellas que tienen un imán como base y otro imán como elemento que levita nos quedamos con tres formas de conseguir levitación magnética.


Utilizando un giroscopio. Al colocar un giroscopio en el imán que levita hacemos que este no pueda girar y verse atraído hacia el imán inferior debido a la rotación del giroscopio. 
El inconveniente es que cuanto más intenso es el campo mayor energía momento angular debe tener el giroscopio. Para que una isla vuele el campo debe ser muy grande, por lo que el giroscopio tendría que ser muy grande o girar muy muy deprisa. Existe además el inconveniente de que existiría cierta nutación y la isla oscilaría entorno al eje del giroscopio. Menudo mareo para quien vaya en la isla.

Colocando un lastre en el imán que levita de forma que la posición se convierta en una posición de equilibrio. Esto es análogo a lo que ocurre en los barcos. En un barco tenemos dos fuerzas, el empuje y el peso, y ambas pueden simplificarse y suponer que actúan únicamente en dos puntos, el centro de masas y el centro de flotación. Cuando el centro de masas está por encima del centro de flotación cualquier oscilación del barco hará que este vuelque, mientras que si el centro de masas está por debajo del centro de flotación por mucho que oscile el barco, volverá a la posición vertical.


De estas, la única forma de levitación magnética que sería posible que usase Laputa consistiría en que la propia isla sea un imán gigante, y que su centro de gravedad esté muy bajo para conseguir una posición de equilibrio estable.

Sin embargo, queda algo por decir, y es que para que esto sea posible, el campo magnético terrestre tendría que cumplir dos condiciones. La primera es que tendría que ser mucho más potente que el campo actual a nivel de superficie, y que las líneas de campo bajo la isla de Laputa deberían ser perpendiculares al suelo de la tierra. Es decir, Laputa debería está sobre el polo Norte o sobre el polo Sur, y el campo magnético terrestre debería ser mucho más intenso.

Pero… ¿aun así, seria posible que una isla levite?

La respuesta aunque asombrosa es que bajo ciertas condiciones muy restrictivas, es posible que una isla formada por un imán levite si se dan las condiciones necesarias. Veamos porqué, y cuales son esas condiciones.

El primer estudio serio del campo magnético terrestre se remonta aWilliam Gilbert quien en el siglo XVI realizó los primeros intentos por determinar empíricamente la forma del campo magnético terrestre.

Gilbert creía que la tierra se comportaba como un imán con forma esférica, así que construyó un modelo a escala de la tierra con un imán esférico. Es lo que se conoce como Terrella. (Este tipo de modelos sirven para realizar mediciones debido a que ciertos fenómenos no dependen de la escala del modelo). Para sorpresa de Gilbert, a medida que su terrella adquiría más detalles de la geografía terrestre, su campo se volvía menos homogéneo.



Actualmente se siguen utilizando Terrellas para simular el campo magnético terrestre, pero se ven complementadas con mediciones del campo mediante satélite y simulaciones informáticas.
Las Terrellas también se utilizan para estudiar las auroras Boreales.




Las simulaciones informáticas predicen que la tierra actúa como unageodinamo, es decir, el campo magnético generado por la propia tierra interactúa con el elemento que genera el campo creándose un efecto de retroalimentación. Esto hace que el campo no sea del todo uniforme y se den ciertas anomalías en forma de líneas de campo magnético que salen en zonas lejanas de los polos y crean polos locales. Durante una inversión del campo magnético este efecto se vuelve mucho más intenso.

Así que en un principio seria posible que en cierta región geográfica las líneas del campo magnético emergiesen de la tierra produciendo un campo muy intenso. Sin embargo, los estudios del campo magnético indican que las auroras boreales van unidas a los polos magnéticos terrestres, por lo que un polo a bajas latitudes tendría asociadas auroras boreales. Lamentablemente nunca se han detectado auroras boreales a bajas latitudes que sean provocadas por líneas de campo anómalas, por lo que no debe ser muy frecuente que se de ese tipo de comportamiento del campo.

Sin embargo, durante una inversión del campo magnético seria posible que en una región de la tierra el campo fuese lo suficientemente intenso para colocar un imán y que esté levite (habría que lastrarlo para conseguir que no se dé la vuelta). Lamentablemente esta situación no duraría mucho tiempo.

Hay que añadir además que las piedras guardan un registro de cómo ha sido el campo magnético en la región en la que están, por lo que si en una zona de repente emergiesen líneas de campo magnético creando un “polo”, es casi seguro que ninguno de los imanes presentes en la zona presentaría la orientación adecuada para empezar a levitar. Así que el origen de una isla voladora seria totalmente artificial. Habría que preparar el imán gigante, lastrarlo, y esperar a que se den las condiciones en el campo terrestre….

En resumen:

 Laputa podría existir, consistiría en un gran imán lastrado que levita en una zona de campo magnético inusualmente intenso producido seguramente por una inversión del campo magnético terrestre. Además de tener una duración muy corta sujeta al tiempo que dure la anomalía del campo, el origen de la isla seria artificial. Laputa no seria exactamente como la describe Swift, pero se aproxima bastante, sobretodo en que estaría confinada a moverse sólo en una región de la tierra. Sin embargo, las condiciones necesarias para que exista Laputa hacen que aunque pueda existir, la posibilidad de crearla es totalmente nula. Seria necesaria una anomalía increíblemente intensa en el campo magnético terrestre, cosa que de por si es poco probable, y además, seria necesario que alguien (quizás un capitán Nemo de los cielos), hubiese construido una isla con un campo magnético increíblemente intenso y estuviese al acecho de la anomalía.

De momento tendremos que conformarnos y soñar con hoteles con forma de ballena que vuelan por los cielos como los que propone el proyecto Manned cloud.



PD: Una alternativa para una Laputa más moderna consistiría en colocar la isla volante orbitando alrededor de un agujero negro que posea campo magnético. Aunque el campo gravitatorio seria más intenso que el terrestre, la intensidad del campo magnético podría ser lo suficientemente intensa como para compensarlo.

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