Al acercarse la posibilidad de crear inteligencia artificial, la eterna pregunta por el origen del universo y su creador toma una nueva perspectiva. Puesto que si el hombre puede actuar de una forma que se asemeja al de una deidad –creando entidades hiperinteligentes-, es lógico que existe una gran posibilidad de que alguien antes que el hombre en la historia del universo haya llegado a esa frontera en la que la evolución de su inteligencia y de su tecnología le permite crear más inteligencia o incluso hiperinteligencia, hasta crear todo un universo para que se desarrolle esa inteligencia. (El físico de MIT Alan Guth incluso teoriza sobre la creación de un universo en el laboratorio).
El hombre ha existido por menos del 0.001% de la edad de un universo que alberga billones de planetas, y en este corto período, apenas un parpadeo, está cerca de llegar al horizonte de la inteligencia artificial. Esto es lo que Hugo de Garis, uno de los líderes en el campo de la inteligencia artificial, llama artílectos, inteligencias artificiales masivamente más inteligentes que nosotros.
“Una vez que una especie biológica llega a un nivel de inteligencia que le permite tener ciencia y matemáticas, está a sólo un pequeño paso de llegar a la etapa intelectual cuya inteligencia potencial es astronómicamente más grande que cualquier nivel biológico. Un artilecto del pasado distante en un universo anterior pudo haber diseñado y construido nuestro universo. Sería nuestra deidad”, dice de Garis.
Según el principio antrópico fuerte, los valores de las constantes de las leyes de la física están tan fantástica e improbablemente acondicionados para permitir la existencia de la materia y de la vida, que es altamente probable que estos valores fueron prediseñados. Si se alteraron algunos de los valores de las constantes, en algunos casos hasta en menos de la millonésima parte, la vida y la materia no podrían existir. Esta es una de las razones por las cuales en el fondo muchos físicos y matemáticos ven a dios o al universo mismo como un ente matemático o como codificador de los principios matemáticos que generan el universo. Esta era ciertamente la impresión de Einstein, quien quería conocer el pensamiento de la mente de dios a través de la física y las matemáticas.
“Creo que el surgimiento del artilecto con una inteligencia masiva durante este y los siguientes siglos hace muy posible que nuestro universo opere acorde a profundos principios matemáticos. Estos principios serían los resultados del diseño del artilecto-deidad. Es difícil imaginar que esos principios podrían estar ahí sin tal diseño. Entre más profundo penetran los genios de la física de este siglo en la estructura del universo, lo más matemático que parece, como es el caso de la teoría de las supercuerdas usando las últimas ideas de la topología dimensional, con sus bellas matemáticas. Esto crea en mi mente la sospecha de que nuestro universo está diseñado acorde a estos principios. ¿Si no está diseñado, entonces es por puro azar que nuestro universo es tan altamente matemático? Esto parece muy poco plausible. Este principio matemático es estrechamente análogo al “principio antrópico” en el sentido de que nuestro universo particular resulta fantásticamente improbable a priori. Uno está virtualmente forzado a aceptar que ha sido diseñado”.
Existen quizás algunas teorías alternativas a la teoría del diseño del universo por una deidad matemática. Es posible que nuestro universo solo sea uno más dentro de casi infinitos universos, cada uno con diferentes leyes físicas, y tenemos la su suerte de existir en uno compatible con la vida, tal vez paradójicamente justo porque estamos en él nosotros para observar.
Otra posibilidad sumamente intrigante es la posibilidad de que las matemáticas mismas que subyacen al universo, con su profundo orden, sean estructuras abstractas auto organizantes y en este sentido el universo podría no estar gobernado por una serie de leyes físicas preestablecidas, sino éstas surgirían gradualmente dentro de él.
Hugo de Garis se pregunta una de las grandes preguntas filosóficas a la luz del pensamiento científico, ¿quién fue primero, dios o las matemáticas, el programa o el programador?
“¿Son los principios de las matemáticas en cierto sentido más profundos que las deidades artílectos? ¿Están obligados los artílectos a usar principios matemáticos ya dados, o son estos principios (¿de una forma humanamente insondable?) fraguados por los arquitectos?... Mi intuición humana es que las matemáticas son anteriores a la deidad”, esto es lo que cree de Garis, que apuesta al transhumanismo y a la superinteligencia como medio para conocer los secretos del universo y en cierto modo auto deificar al hombre (si no es antes destruido por la inteligencia artificial).
Es interesante ver cómo la ciencia, por ejemplo de Garis que está muy lejos de la espiritualidad religiosa, tiene en muchos sentidos una visión del universo como un diseño matemático, algo que es central al misticismo pitagórico y cabalístico, donde se concibe al mundo visible como la representación de un orden matemático subyacente, un lenguaje divino con el cual se creó el universo.
Evidentemente decir que las matemáticas son anteriores a la deidad no soluciona el problema del origen del universo, al menos no del primer universo o de la semilla de este árbol de universos. Tal vez podríamos contestar que las matemáticas del universo simplemente son y están ahí desde siempre, código congelado en la eternidad del cual surge el tiempo Pero estaríamos utilizando conceptos como “matemáticas” y “universo” dentro del limitado espectro de la mente humana que busca comprender algo que por el momento, al menos, nos supera.
Tal vez pronto se lo podamos preguntar a una máquina superinteligente. Aunque siempre es posible que la inteligencia artificial, como los dioses de la antigüedad, se guarde para ella misma los frutos del conocimiento, los frutos divinizantes.
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