En 1969, la revista japonesa Shonen Sunday,
dedicada principalmente al manga shonen,
incluyó una serie de artículos ilustrados titulados Computopía
en los cuales describía un futuro ideal basado en el uso de los ordenadores.
En la escuela informatizada se presenta el aula del mañana,
donde al profesor se le ve a través de una gran pantalla y los alumnos están sentados en pupitres equipados cada uno con un ordenador.
Cuando el maestro plantea un problema, sus pupilos corrigen
con un lápiz óptico la respuesta mostrada en sus monitores
hasta que el equipo indica que es correcta.
Y como los niños siempre serán niños, y siempre estarán dispuestos
a alborotar o a hablar con el compi -y más si el profesor
no se encuentra presente-, la clase contaría con robots vigilantes que,
de un tangarilazo en lo alto de la cabeza de los culpables,
evitarían cualquier distracción.
No me quiero imaginar lo que pasaría
hoy en día si se aplicaran correctivos así.
En la siguiente imagen se muestra lo que sería la vida en cualquier hogar 20 años después de dibujada, es decir, en el 1989.
Podemos ver a papá chateando con sus amigos a través
de un videoteléfono y a mamá repasando las cuentas de la casa
en su miniordenador.
Mientras, el niño se entretiene viendo su serie favorita
en un televisor 3D.
Para contribuir a la comodidad de la familia,
un aparato de aire acondicionado mantiene la temperatura de la estancia
a un nivel óptimo, un monitor adosado a la pared muestra las últimas noticias del día, un robot aspira el suelo y otro prepara la comida.
La sanidad también se vería influida por esta revolución.
En esta sala de operaciones no tendrían lugar otras personas
que no fueran el propio paciente.
El brazo de un robot está llevando a cabo un transplante de corazón
con extrema precisión dirigido por el equipo médico,
ubicado en una sala adyacente.
Lo curioso es que, si nos paramos a pensarlo friamente,
no está tan alejado de la realidad.
aquiestuveayer
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