sábado, 20 de febrero de 2010

Aquellos ojos tristes ...



Ojos tristes, ojos tristes...desde que nació todo el mundo se lo había repetido una y otra vez.
Y ella se lo acabó creyendo, e hizo de su vida una perenne tristeza.

Si alguna alegría cabía en ella, la muchacha se apresuraba a darle unos cuantos toques melancólicos para transformarla e integrarla en aquella tristeza.
Hubo cierto hombre que se enamoró de ella y de su tristeza.
Un día apareció montado en un caballo negro, la miró a los ojos, y ella supo que debía seguirle
Mientras cabalgaban, ella hundió su rostro en su aroma, y aspiró su tristeza...
él también estaba impregnado de tristeza.

Y ella sintió que el viento que revolvía sus cabellos juguetón le susurraba al oído: "Cuidado".
Ella miró al viento y esbozó una tímida sonrisa:
"No lo tendré. Es mi elección".

Y escondió su cabeza bajo el abrigo de él, para no escuchar más a aquél viento impertinente.
La casa estaba aislada en mitad del campo.
Él le llevó hacia la parte trasera y le mostró un pequeño jardín, repleto de hermosas flores de diversos colores, pero iguales.
- Son pensamientos - le aclaró él ante su mirada interrogadora
- Cada uno representa una tristeza.

Pero no debes venir más aquí.
Sólo quería que lo vieras.
Abstente de entrar en él.
Pasó el tiempo, y ella no volvió a la parte trasera de la casa.

Sabía que él todos los días pasaba una hora allí.
No había ninguna ventana de la casa que diera al jardín, así que comenzó a sentir una extraña desazón. Deseaba visitar aquel jardín de nuevo.
Un día, aprovechando una ausencia de él, entró.
, paseó entre los pensamientos, y el viento sopló a su oído: "cuidado",
pero ella una vez más lo ignoró.

Y cada uno de los pensamientos le fue regalando su tristeza.
aquellas escapadas en una costumbre diaria, y mientras a ella le invadía cada vez más la tristeza,
a él le comenzó a abandonar.
Sus miradas ya no eran cómplices, y sus desencuentros eran frecuentes.
no lo advirtió hasta que él un día le dijo: "Mis pensamientos están marchitos".
cuanto él se fue, ella corrió al jardín y vió que así era.
Ya no quedaba tristeza en aquel jardín, sólo ella.
Aquella noche, el llegó con una rama llena de espinas y 7 u 8 hojas. "
Es una rosa, símbolo de nuestro amor".
Cuida de ella.
Si muere, significará que nuestro amor también".
Ella le miró a los ojos, y no vió nada.
Y por primera vez en su vida tuvo miedo.
Introdujo la planta en la tierra, le dio de beber, de comer, y le habló de su tristeza.
Cada día pasaba más tiempo junto a ella.
Y la planta, agradecida, tan sólo escuchaba, que ya es mucho.
Una mañana, cuando él despertó advirtió que ella no estaba a su lado.
Pensó con alegría que tal vez le estuviera preparando un buen desayuno.
Pero no la encontró en la casa.
Salió, y la vió dormida, junto a la rosa Rosa.

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