miércoles, 17 de febrero de 2010

Dos cosas sorprenden de los barcos...


Dos cosas sorprenden de los barcos.
¿Por qué flotan si son de hierro?
y ¿Cómo pueden navegar a vela contra el viento?
Para responder a la primera pregunta es suficiente enunciar el principio de Arquímedes
y lo comentaremos cualquier otro día pero la segunda va a requerir de la ayuda
de nuestro buen amigo Bernouilli.

Bernoulli es ya casi un amigo de toda la vida desde que nos enseñó cómo vuelan los
y por qué al soplar el aire sale más frío .
Lo cierto es que no se puede navegar de frente contra el viento
pero sí formando un pequeño ángulo con él.
Luego, haciendo un pequeño recorrido en zig-zag,
o para ser más exacto nauticamente,
en bordadas, se puede hacer que la dirección general del desplazamiento
sea completamente opuesta al viento.

Para navegar de ceñida, que es como se llama esto en lenguaje marinero,
es necesario poner la popa en un pequeño ángulo con la dirección del viento
y orientar la vela como muestra la figura.
Ya nos sabemos casi de memoria el rollo ese de que el viento va más rápido por la cara exterior de la vela y más lento por el interior y eso genera una diferencia de presiones
que a su vez genera una fuerza en la vela perpendicular a su superficie.

Me dirán con razón que si la fuerza es perpendicular a la superficie de la vela se puede aprovechar muy poquito porque ésta es casi paralela a la trayectoria.
Esta fuerza se puede dividir en dos: una muy pequeñita en la dirección de la quilla y que nos empujará hacia delante y otra bastante grande que tenderá a movernos de lado.
Esto es lo que se llama abatimiento y la propia quilla o la orza del barco se encargan
de minimizarla imponiendo una resistencia a este movimiento lateral indeseado.

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