Según la memética, que estudia la replicación humana a través de la cultura, las personas asumen patrones de conducta heredados en las interacciones sociales, es decir, a lo largo de la existencia nos encontramos bajo el influjo de formas, caracteres que son emitidos por personas con quienes tenemos contacto directo.
Un reciente estudio de un grupo de alumnos de la Universidad de Wurzbug en Alemania han llegado a la conclusión de que los modelos conductuales se asimilan. Después de realizar un singular experimento. Un grupo de personas tenían que escuchar la grabación de la lectura de un párrafo del libro “Tratado de la naturaleza humana” del filósofo escocés David Hume, cuya comprensión no es fácil, y es denso o pesado para aquellos que no tienen interés con la corriente escéptica y la ilustración del siglo XVII. En la grabación el texto fue leído de dos maneras, una versión alegre y otra triste. Sin embargo, la diferencia no era muy notoria, por lo que las personas oyente no percibían la variación referida.
Lo interesante del experimento, una vez efectuado, las personas que habían escuchado la grabación “alegre” salían del lugar con buen ánimo, mientras que aquellas que habían oído la versión triste presentaban bajas en su ánimo. Mientras las personas eran sometidas al experimento, es decir en el momento que escuchaban el audio de Hume, se les pedía que realizaran unos ejercicios como rellenar agujeros en un tablero de madera con bolillas de papel. Esta actividad fue efectuada con mayor entusiasmo cuando se escuchó la grabación “alegre”, y efectuada con desgano al escuchar la grabación “triste”. Por lo que se deduce que no es importante lo que se diga sino la manera de cómo se dicen las cosas.
En cierta manera, este estudio revela que el estado de ánimo de las personas depende de una serie de factores externos como la música, la publicidad, los medios de masas, el tono de voz, entre otros.
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