La noche se cierra sobre el insomnio previsto, repeticiones infinitas del mismo desvelo crónico.
Se cierra la noche sobre las insondables pupilas dilatadas.
Se cierra sobre las musarañas que merodean la conciencia y los colores que se empañan sobre las paredes frías e impasibles de un mayo otoñal.
Se cierra, se encierra en su enigma, en su cábala, en su atavismo azul.
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