
Podemos ver al dios del Nilo, Hapi, que correspondería a Acuario - Mateo, dios asociado al Nilo, el gran río de Egipto que tenía a la vez realidad física y mitológica.
La importancia simbólica del Nilo viene de su capacidad para generar riqueza cuando inunda y deja limo fértil en sus márgenes.
El nombre Hep proviene del periodo predinástico de Egipto.
Asociado a la región de Gebel el-Silsila.
Creían que residía en una cueva de Bigeh, cerca de las cataratas, con su harén de diosas rana, de donde emergía anualmente para generar la inundación.
Frente a él tenemos a Apis o Mnevis (Tauro - Lucas), el toro sagrado relacionado con Atum-Ra, llamado "La renovación de
Hombre con cabeza de toro, disco sobre creciente lunar y dos altas plumas. En las manos lleva el pilar dyed de Osiris, dios con el que se le fusiona tras su muerte.
Toro negro con patas y vientre blanco, disco solar sobre la cabeza y/o ureo. En la iconografía tardía lleva la luna.
El bienestar de Apis era motivo de preocupación para los egipcios, por ello vivía en un palacio en Menfis y, a su muerte, era cuidadosamente momificado, si escatimar medios, amuletos ni rituales, y enterrado en tumbas específicas para él (Serapeum de Sakkara).
Entre su ajuar funerario encontramos un número importante de ushebtis.
En vida se le proveía de un harén de vacas sagradas, que a su vez simbolizaban las 7 Hathor; al morir se convertía en Osorapis.
La elección de un nuevo toro Apis, encarnación terrestre del dios, era muy rigurosa e importante para el pensamiento egipcio.
El animal tenía que poseer 29 marcas específicas como prueba de que el toro era la verdadera encarnación del dios.
Aunque ya desde el Reino Nuevo estaba relacionado con Osiris, el culto de Apis, con Ptolomeo I se fusionó completamente con el dios del Más Allá, dando origen a una nueva divinidad llamada Serapis, es decir, Apis identificado con Osiris al morir.
Esta creación habría sido ordenada por mandato real,
tras un sueño del monarca.
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