Si, como hace 75 años lo propuso en su teoría el astrónomo belga Georges Lemaître, miles de millones de años toda la materia y la energía que hoy constituyen el universo estuvieron comprimidas en un gran átomo primigenio, este inimaginable conjunto habría ocupado un espacio semejante al de una esfera cuyo diámetro fuera igual a la distancia de la Tierra al Sol (1/70.000 años de luz).
Si se compuso de energía, su temperatura debió alcanzar los 10.000.000°C; y si de materia, ésta debió haber tenido características totalmente distintas a las que nos son familiares.
La materia dispersada por la explosión de este coloso habría constituido el universo en expansión del cual formamos parte.
Condensándose y quebrándose por la gravitación mutua, habría creado las galaxias y las estrellas, que continuaron volando hacia fuera para siempre, hasta llegar, eventualmente, a estar tan alejadas que ningún astrónomo de ninguna de ellas podría ver a muchas de las otras.
El universo sería ilimitado.
Esta teoría fue revisada en la década de los cuarenta del siglo XX, por George Gamov, y fue rebautizada despectivamente con el nombre de la teoría del Big Bang, por el matemático y astrofísico británico Fred Hoyle, premio Kalinga 1967.
Pero antes de que Gamov le diera una estructura más moderna y científica a la propuesta de Lemaître sobre un universo expansivo, otros objetaron que al ser las galaxias mutuamente atraídas por la gravitación general, la velocidad inicial impuesta por la explosión ha debido tender a disminuir y terminará por reducirse a cero para cambiar después el sentido del movimiento en 180° y concentrarse para volver a estallar en un movimiento cíclico de muy largos períodos e interminable. Viviríamos entonces en un universo pulsante.
El primero en hablar sobre un universo pulsante u oscilante fue el físico Richard Tolman, del Instituto Tecnológico de California, cuyos estudios y propuestas fueron publicados a comienzos de la década de 1930.
Un universo pulsante es cerrado, pero no desaparece después de colapsar, sino que inicia un nuevo ciclo expansivo; el proceso de expansión y contracción se reitera y pasa por numerosos nuevos ciclos.
Si nuestro universo fuese pulsante, debería ser muchísimo más viejito que la edad que se le calcula de unos 15.000 millones de años, ya que los seguidores de este modelo calculaban para él 10.000 millones de años, cálculo que sólo medía el tiempo transcurrido desde el inicio del último ciclo de expansión.
Según esta teoría, antes de este ciclo que estaríamos viviendo, habría existido un universo muy semejante al actual, y que, después de haberse expandido, se contrajo y formó el «ylem» o gran átomo primigenio.
En cada cielo se producirían colapsos gravitacionales de conjuntos que se comprimen en sí mismos y disipan de nuevo toda su masa en forma de energía, para volver posteriormente a materializarse.
Podría haber sucedido también que presiones internas hubieran frenado las contracciones y, antes del aniquilamiento atómico, hubiesen provocado explosiones directamente materiales. En ambos casos se trataría de una sucesión de fenómenos semejantes, trabajando en sistema cerrado dentro de un universo pulsante, o, más poéticamente, en un eterno retorno, sin fin dentro del tiempo, pero cuyo límite espacial quedaría fijado por las más lejanas regiones hasta donde las explosiones logren llegar para detenerse y transformarse en contracciones.
Este modelo cosmológico presenta una dificultad evidente de acuerdo a la segunda ley de la termodinámica, una ley fundamental de la física que obliga a cualquier sistema aislado a adquirir un grado de desorganización cada vez mayor, hasta alcanzar un estado de máximo desorden.
Después de numerosos ciclos, se esperaría que un universo pulsante fuese mucho más caótico que el universo que observamos. Tolman conocía este problema, pero sostenía que una definición de «estado de máximo desorden» sería casi imposible de aplicar al universo como un todo; la objeción quedó en la incertidumbre.
Tolman llegó a la conclusión de que "sería sensato no volver a afirmar que los principios de la termodinámica exigen necesariamente un universo creado en un tiempo finito en el pasado y cuyo destino es la inactividad y la muerte".
Aún hoy los físicos siguen dudando si la segunda ley de la termodinámica podría descartar teóricamente un universo pulsante, o si se aplica al universo como un todo.
El modelo de un universo pulsante alcanzó su máxima popularidad entre los finales de los años 50 y comienzos de los 60.
De hecho, su preferencia por un universo pulsante llevó a Robert Dicke a predecir la existencia de la radiación cósmica de fondo. Dicke y sus colaboradores comenzaban su clásico artículo en el Astrophysic Journal en 1965 afirmando que un universo pulsante, con su eterna existencia, "nos libera de la necesidad de comprender el origen de la materia en cualquier punto finito en el pasado". Tomando este modelo como hipótesis de trabajo, Dicke argumentó que si nuestro universo realmente ha atravesado numerosos ciclos de expansión y contracción, su temperatura tendría que llegar por lo menos a 10 mil millones de grados alcanzar cada punto de contracción máxima, con el fin de desintegrar todos los elementos pesados creados en las estrellas durante el ciclo previo y reconvertir la materia del universo a hidrógeno puro.
De lo contrario, las reacciones nucleares en las estrellas ya habrían transformado gran parte de la materia del universo en elementos pesados, lo que contradice las observaciones.
Dicke afirmó entonces que, a una temperatura de 10 mil millones de grados, las reacciones de las partículas subatómicas serían lo bastante rápidas como para producir una radiación antirradiante. (En realidad, la producción de esta radiación no exige la pulsación del universo; simplemente precisa que la temperatura cósmica alguna vez haya sido significativamente alta).
Pero este modelo de universo pulsante, más allá de su posible violación a la segunda ley de la termodinámica, cayó en desgracia cuando el trabajo teórico de Roger Penrose y Stephen Hawking, ambos en la Universidad de Cambridge en ese momento, probó que no existía ningún mecanismo plausible capaz de producir pulsaciones.
En términos específicos, Penrose y Hawking demostraron que el universo debía haberse originado a una densidad muchísimo mayor de la que se había contemplado y propuesto para el «rebote» de cada ciclo de un universo pulsante.
En realidad, el trabajo de Penrose y Hawking no eliminó los universos pulsantes; simplemente suprimió todos los modelos existentes de universos pulsantes u oscilantes, anulando de este modo la justificación científica para tenerlos en consideración.
TEORIA EXPLICACIÓN
Teoría de la granexplosión o Big Bang
-Edward lemanitre-George Anthony Gamow
Un gran átomo lleno de
elementos (hidrogeno y
helio), con enormes
temperaturas, presiones y
densidades, explotó y los
elementos sueltos se
reunieron formando
nebulosas que dieron lugar a
las galaxias.
Teoría del universo estacionario o del estado continúo.
-Hernan Bondi
-Thomas Gold
-Fred Hoyle
(1948)
Sostiene que el universo ha
estado expandiéndose sin
cesar, que continuamente se
crea nueva materia y que
por ello la cantidad de ésta
siempre ha sido constante en
el espacio.
Teoría de la expansión del universo
-Edwin HUbble
(1935)
Explica que todas las
galaxias se alejan de la
nuestra a velocidades
directamente proporcionales.
Teoría de las pulsaciones -Astronomos
Suponen que después de un
proceso de expansión viene
otro de contracción,
semejante al de algunas
estrellas.
Teoría del universo inflacionario
-Alan Guth
(1981)
El universo sufrió un gran
crecimiento al formarse,
después una parte se hinchó
un poco más y al final siguió
expandiéndose y enfriándose
a un ritmo más lento.
Nuestro universo es una
pequeña burbuja dentro de
un gran espacio donde se
forman de manera continua
“nuevos universos”.
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