miércoles, 23 de junio de 2010

Los Maronitas, cristianos del oriente

Uno de los causantes de la tensión que predomina en Líbano es el enfrentamiento entre distintas comunidades y confesiones.
De hecho, es el único país de Oriente Medio donde los cristianos tienen una presencia determinante.

En la actualidad, a pesar del gran declive demográfico provocado por la emigración y por la alta tasa de natalidad que suelen tener los chiies, aún representan el 35% de la población.
Esto contrasta con el censo existente en 1975, cuando eran mayoría los que profesaban el cristianismo: entre un 55% y un 65% de los libaneses.
No sólo es destacable su peso demográfico, sino que también hay que reseñar su poder político.
Dado el particular sistema libanés, donde tienen que aparecer miembros de cada confesión en el gobierno, no es de extrañar que familias cristianas como los Gemayel, hayan tocado el poder en las últimas décadas.
E, igualmente, han participado de manera decidida en todos los conflictos armados que se han dado en el pequeño país de los cedros.

Precisamente los Gemayel pertenecer a una rama del cristianismo bastante desconocida, al menos en Europa.
Se trata de los maronitas, mayoría entre los cristianos libaneses. Representan un 25% de la población, llegando casi al millón de personas.
Pero ¿quienes son los maronitas?.
Religiosamente están relacionados con la Iglesia católica de Roma, formando parte del rito oriental. Su historia, sin embargo, empieza bastante antes de esta unión con Roma.

Los seguidores de esta creencia toman su nombre de San Maron, un ermitaño que vivió en el noreste de Siria.
Allí logró crear un grupo de fieles en el S V, grupo que permaneció fiel a su mensaje tras su muerte.
De él toman el nombre, maronitas.

Aunque siguen existiendo bastante discrepancias entre los investigadores, algunos, como el historiador libanés Kamal Salibi, apuntan que su origen se encuentra entre las comunidades árabes sirias, puesto que esa es su etnia, que llegaron a la zona antes de que el Islam se convirtiera en la religión predominante.
Según este historiador, su localización geográfica, en el Monte Líbano, permitió que se creara un grupo aislado, impermeable a las influencias exteriores. Los maronitas habían emigrado a esta zona desde Siria, a causa de la dominación árabe en el S. VII

Los seguidores de Maron sufrieron, de todas maneras, persecuciones a manos de otros cristianos, pertenecientes a alguna de las numerosas ramas de esta religión que existían en la zona.
Así ocurrió con los jacobitas, por ejemplo, causantes de la muerte de, al menos, 350 monjes maronitas.
Teológicamente, aunque han sido acusados de practicar una herejía cristiana llamada monothelismo, que afirma que Jesús no tiene cualidades humanas, sino tan sólo divinas, hay muchos historiadores que lo niegan.
Lo cierto es que su doctrina sufrió la condena del VI Concilio Ecuménico de Constantinopla en ese mismo siglo VII.

Los maronitas mantuvieron su comunidad a lo largo de los siglos.
Así, cuando los cruzados europeos llegan a la zona, intentan ayudarles a conquistar esas tierras, no con dificultad, ya que los cruzados no se distinguían por la finura de su pensamiento y, muchas veces, no preguntaban la religión del que tenían enfrente antes de acabar con él. Sin embargo, este encuentro ayudó a los maronitas a entrar en contacto con la iglesia latina.

Desde entonces hasta finales del S. XIX la comunidad no pasa por grandes sobresaltos, a pesar del dominio otomano de aquella tierra.
Sus problemas empiezan en 1860, cuando una secta, aún presente en el Líbano y con la que aún siguen enfrentados, comienzan a atacarlos.
Se trata de los drusos, considerados como no musulmanes por estos, aunque si por ellos mismos.

El Patriarca Maronita pide la intervención de las potencias europeas para parar la matanza.
Según algunas fuentes pudo haber habido más de 20.000 muertos en estos enfrentamientos. La llamada del Patriarca es escuchada y Francia, Inglaterra, Rusia y Austria acuden en su ayuda.

Con la llegada de las tropas de estos países, los maronitas se dotan de un nuevo estatuto que dura hasta la I Guerra Mundial.
Después de esta y del Acuerdo Sykes-Picot por el que se crea Líbano bajo mandato francés, son los maronitas los que reclaman su completa independencia.
Más concretamente, el Patriarca maronita, Elías Hoyek, reclama esta independencia en 1920, independencia (más teórica que real) que es reconocida por Francia e Inglaterra.
Así nace un estado independiente bajo el nombre de Gran Líbano.

Por fin, seis años después, llega la independencia real,
el 26 de Mayo de 1926 cuando se crea la República Libanesa.

Desde entonces, y gracias a los movimientos que había efectuado durante la ocupación francesa para mantenerse cercanos al poder, los maronitas logran hacerse con un puesto en el complicado engranaje que rige la política del país, un engranaje siempre a punto de estallar en mil pedazos.
Su principal partido en la actualidad es el Partido de la Falange, acusado de numerosos crímenes en las últimas tres décadas.

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