martes, 20 de julio de 2010

Ciencia epistolar: Los apuros de Einstein

En una carta escrita el 27 de enero de 1920 y dirigida al físico Max Born, el primero en emplear el término “mecánica cuántica”, Albert Einstein resumía así los problemas de financiación que sufría en aquel momento la física teórica:
“Ahora recibimos mucho dinero para investigaciones astronómicas y yo sólo puedo disponer de él.
¿No le gustaría la astrofísica?
Por el momento podría conseguirle un nombramiento de unos 6000 marcos al año, y tal vez más, si la mala situación actual lo requiriere.
Entonces trabajaría con Freundlich en investigaciones fotométricas de los espectros estelares. […]
Con el trabajo puramente científico es difícil alimentarse.”
Entonces y ahora, parece que los científicos siempre han echado en falta más dotaciones presupuestarias destinadas a la investigación científica básica.

En 1935, en otra misiva a su colega Born, Einstein aclaraba unas declaraciones publicadas en la prensa americana afirmando:
“En las actuales circunstancias yo sólo escogería una profesión en la que ganarse el pan no tuviera nada que ver con la búsqueda del conocimiento”.
¿Pero qué profesión?
Las alternativas las sugería el propio genio alemán, con su habitual sentido del humor, en una de sus frecuentes discusiones epistolares sobre los avances de la física:
“Me resulta intolerable la idea de que un electrón expuesto a la radiación pueda escoger a su antojo el momento y la dirección del salto.
Si así resultara, finalmente preferiría haber sido zapatero remendón, o incluso empleado de un casino, antes que físico.”
Y es que si algo asustaba más a Einstein que la falta de recursos económicos eran los cuantos.
“Debo parecer un avestruz que esconde la cabeza en la arena relativista para no enfrentarse con el malvado cuanto”, admitía.
by. Tercer Milenio

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