¿Te consideras una persona paciente?
¿Toleras bien las críticas?
¿Te comunicas
con tus compañeros de trabajo?
¿Delegas tareas?
¿Haces ejercicio regularmente?
¿Te resistes a llamar a la oficina cuando te vas de vacaciones?
¿Estás orgulloso de contarles a los demás cómo te ganas la vida?
Si has respondido que no a la mayoría de las preguntas,
tu diagnóstico es claro:
Sufres adicción al trabajo.
Sin embargo, como cuento en un amplio documento sobre
La ciencia del trabajo hay que distinguir entre
El adicto hiperactivo (al borde del caos),
El insaciable (lento, metódico, superescrupuloso y perfeccionista),
El bulímico (“o lo hago perfecto o no lo hago”)
Y el implacable (gobernado por el lema:
“tenía que estar listo para ayer”).
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