Con bastante retraso, volvemos inaugurando el año con un tema que frecuentemente aparece en los medios de comunicación de la mano de personas con más o menos imaginación:
el avistamiento de esas naves misteriosas que hacen giros increíbles conocidas como OVNI’s.
Por supuesto, OVNI en realidad se refiere a cualquier objeto volador
no identificado, como muchas veces se emplea para designar
las detecciones que reporta el radar no atribuibles a un avión,
como aparecía con bastante frecuencia en los primeros radares
(por suerte ahora ya no debe de haber lecturas falsas que pongan
en pánico a los controladores) o debidos por ejemplo a bandadas
de aves migratorias.
Pero si nos vamos al uso que más se utiliza,
es con la connotación de avistamiento de una nave extraterrestre, que es a la que nos referiremos ahora.
En la mayoría de los casos (abducciones a parte), podemos escuchar
a alguien que cuenta cómo de rápido se movía la nave,
mucho más veloz que cualquier caza existente hasta la fecha, y que cambian de dirección bruscamente, con un ángulo recto prácticamente, en contraposición de lo que hacen nuestros aviones, que para cambiar de rumbo trazan en el cielo un giro de mayor o menor radio (según se trate de un Boeing 747 o de un caza),
pero nunca consiguen hacerlo en lo que parece un ángulo recto (mirad el dibujo de la derecha para visualizar mejor lo que digo).
Así que centrémonos en estos giros.
Si nos subimos en un coche y vamos a poca velocidad, podremos girar suficiente el volante para que el coche gire unos 90º en muy poco espacio.
Si vamos más rápido, el coche necesitará más espacio para dar dicho giro (es decir, nuestro recorrido se parecerá más a la línea roja que a la morada).
Y cuando más rápido vayamos (pongamos como límite 120 km/h para ser correctos), el coche hará dicho cambio formando cada vez un giro más amplio.
Si queremos ir a gran velocidad y que nuestro coche pueda girar muy rápidamente, tendremos que recurrir a monoplazas
como los Formula 1, que trazan curvas increíblemente rápido comparado con nuestro utilitario.
Sin embargo esto tiene un precio:
la fuerza que se ejerce sobre el conductor durante un giro de estos es increíblemente mayor que la que sufrimos con nuestro coche.
Para el caso de un Formula 1, ésta fuerza suele llegar a ser hasta 5 G
(la “G” se refiere a la fuerza de la Gravedad, por lo que quiere decir que dicha fuerza es 5 veces mayor que la de la gravedad, esa que nos hace caer hacia el suelo constantemente).
Por ello, los conductores que conducen en éstos necesitan ya de cierta preparación para que sus cuellos (una de las partes más sensibles a estos cambios) aguanten bien y no se cumpla la frase de “perder la cabeza”… algo que si nos montamos nosotros estaría cerca de pasar ya que cuanto menos, podríamos sufrir una dislocación de cuello.
Si damos un paso más, podemos subirnos a una avioneta de acrobacias, con la cual conseguiremos giros aún más rápidos,
aunque con ello tendremos que sufrir fuerzas de hasta 10 G,
algo no apto para todos los cuellos.
Ahora, si saltamos a un caza, tendremos movimientos aún más bruscos que con la avioneta, lo cual se resiente en que los pilotos ya necesitan llevar trajes especiales que les ayuden a soportar dichas fuerzas.
Pero… ¿entonces qué pasa con esas naves extraterrestres que hacen giros bruscos y casi instantáneos?
Fácil, los que van en su interior sufren unas fuerzas increíbles, suficientes para estampar a cualquier marciano que se precie contra su propia nave con un golpe equivalente al de que te caiga un búnker de acero sobre la cabeza.
Y esto lo aguantan sin inmutarse unos “hombrecitos” (según dicen) bastante similares a nosotros (al menos todavía no he oído a nadie que diga que se parecen a una plancha de acero, algo que lo tendría algo más fácil para aguantar esas maniobras).
Así que a falta de otras ideas, queda concluir una cosa:
los extraterrestres deben venir a la Tierra a suicidarse
(igual lo que se encuentran no les gusta y prefieren dejar este mundo de la forma más rápida y limpia: estamparse contra su propia nave.
Cero emisiones y contaminación de cara a la Tierra o su planeta).
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