Se conocen desde hace años, aunque se han visto
y saludado casualmente.
Hoy es uno de esos esporádicos días.
Ella permanecía sentada y él se acercó por detrás.
Ella permanecía sentada y él se acercó por detrás.
“ ¿Me das fuego?”, dijo.
“Por supuesto”, con afable sonrisa contestó ella a la vez que le ofrecía el cigarrillo encendido.
En ese momento, él, alargada la mano, se quedó inmóvil.
“¿Qué sucede?”, inquirió ella, en sumo extrañada.
Y él, con cara de bobo, respondió:
“Nada, son tus ojos...”.
“¿Mis ojos?”, preguntó ella sin dar crédito a la escena.
“Sí, son muy bonitos, nunca los había visto tan de cerca”...
Por la reacción sorpresiva de ambos, creo que en ese intervalo,
Por la reacción sorpresiva de ambos, creo que en ese intervalo,
a la par, envidiaron a los avestruces
y hoy caminan de la mano.
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