Son las tres de la madrugada: no puede dormir,
no quiere dormir, no podría dormir, es lo mismo,
mañana despertará,
será igual, todavía.
Un círculo se dibuja en su frente;
va, pasa, vuelve, ella misma.
Piensa en lo que ha amado y piensa en los que la han amado,
son tan diferentes una frente a la otra como un espejo roto,
pero ella sigue siendo la misma.
Tres minutos la observan, debería ir a la cama.
Imposible cambio.
Piensa:
Mi gran error es conocerme a mí misma antes de ir a la cama.
Mañana voy a despertar, recuerda.
¡Basta!, deja a ese sonámbulo vivir,
dale algo de dinero para que se vaya a dormir,
que reciba lo que quiera.
Estar sola -dijo-.
Es mi soledad tan ansiada,
él mismo como un sueño por fuera;
soñar, como quien no quiere la cosa,
esperar despertar.
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