viernes, 25 de febrero de 2011

Saborear contigo...


Tal cuál salimos de su seno,
 tal cual nos chocamos contra la música.

Jugábamos a las cartas con una venda azul en los ojos;
la venda de los primeros días del otoño.

El principio siempre ha de ser inmenso.

El desierto se deshace bajo la lengua.

En una pausa como esta, en un error técnico, cabe un poema.

Cabe el sueño de un viejo a la hora de la siesta
y cabe un árbol entero, tan viejo como el viejo que duerme.

 Por una vez en la vida voy a saborear contigo…

 Aquella alquimia más guardada
 de aquel secreto caldero. 

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