Descubren los dos primos de Mersenne más grandes hasta la fecha.
El mayor de ellos hace ganar 100.000 dólares al que lo encontró.
El proyecto Great Internet Mersenne Prime Search (GIMPS)
ha anunciado el descubrimiento, no de uno, sino de dos números primos de Mersenne.
El método empleado es el de la computación distribuida en la
que muchos voluntarios permiten el uso de CPU de sus máquinas.
No es la primera vez que se descubre un número primo de este tipo con este método por esta misma organización.
El que ahora hace el número 46 es el número primo más grande conocido hasta la fecha.
Los números de Mersenne son del tipo Mn = 2n – 1
siendo los primeros 1, 3, 7, 15, 31, 63, 127, …
Los primos de Mersenne tienen un origen curioso y están relacionados con los llamados números perfectos que ya fueron estudiados
en la antigua Grecia.
Toman el nombre de Marin Mersenne (1588-1648), monje
y matemático originario de Francia.
La definición de estos números permite saber que el n-ésimo
número de Mersenne es una cadena de n unos cuando se escribe
en binario (base 2).
Por ejemplo, M7 = 27 – 1 = 127 = 11111112 es un número de Mersenne.
Esta propiedad permite implementar cálculos con números
de Mersenne en los computadores de manera más sencilla.
No todos los primos son primos de Mersenne, pero como éstos
se pueden implementar fácilmente en un programa de ordenador
los 8 mayores primos conocidos son de Mersenne.
Si n es menor o igual a 7 entonces Mn es primo, pero después
no es así necesariamente.
Los primos de Mersenne son números de Mersenne que además
son primos, es decir divisibles sólo por ellos mismos y por la unidad.
El primo de Mersenne número cuatro de esta lista es precisamente
el ejemplo anterior.
Los recientemente descubiertos primos no sólo son los primos
de Mersennen más grandes conocidos, sino los primos más
grandes conocidos.
Hacen el número 45 y 46 respectivamente y son:
237156667 – 1 = 20225440689097733553…21340265022308220927
y
243112609 – 1 = 31647026933025592314…80022181166697152511,
donde las líneas de puntos significa que hay dígitos
que han sido omitidos, porque cada uno tiene
11.185.272 y 12.978.189 dígitos respectivamente.
Esta vez el descubrimiento tiene además un valor monetario.
Edson Smith, un administrador de sistemas del departamento
de matemáticas de UCLA, además de pasar a la posteridad, recibirá los 100.000 dólares del premio que la Electronic Frontier Foundation ofrecia a aquel que descubriera el primer primo de más
de 10 millones de dígitos.
Su máquina fue la que dio con el primo más
grande del que hablamos aquí.
El primo de Mersenne número 45 fue descubierto dos semanas
más tarde.
Es de suponer que otros administradores de sistemas estarán
ahora preguntándose por qué diablos no instalaron ellos el programa.
Para saber si un número de Mersenne es primo se utiliza el test
de Lucas-Lehmer, pero lo difícil es dar con alguno abase de probar
con muchos.
Repartir la tarea de búsqueda entre una multitud de ordenadores
es una buena estrategia.
Los doce mayores primos de Mersenne, incluyendo estos dos últimos, han sido descubiertos gracias al proyecto internacional GIMPS (Great Internet Mersenne Prime Search) basado en computación distribuida,
y que usa los PC de voluntarios a lo largo de todo el mundo al estilo del Seti at home.
Debido al sistema búsqueda empleado las posiciones de los primos
de Mersenne que van 41 al 46 son provisionales, ya que podría haber otros primos de Mersennen entre medias y todavía sin descubrir.
La búsqueda de los primos de Mersenne ha sido siempre un ejercicio que pone a prueba la potencia de computación y por tanto
la fortaleza de los sistemas de cifrado.
Casi todo sistema de cifrado que se usa en la actualidad,
incluido el https que utilizamos para conectarnos con el banco
o para pagar con tarjeta de crédito en internet, está basado
en el algoritmo RSA que utiliza primos grandes y cálculos similares
a los que se emplean en GIMPS.
Aunque estos números de Mersenne no se utilizan directamente
para el cifrado, la seguridad del RSA depende de lo hábiles
que seamos en el manejo de este tipo de primos grandes
o de factorizar otros números compuestos igualmente grandes.
Cuando Newton o Leibniz descubrieron el cálculo infinitesimal
no pensaban que nos desplazaríamos en aviones diseñados gracias
a ese sistema matemático, al igual que Hilbert no pensó
que sus espacios abstractos homónimos de infinitas dimensiones
se aplicarían posteriormente en mecánica cuántica.
Un descubrimiento académico del presente puede
ser práctico en el futuro.
Dejando a un lado el premio en metálico que está vez conlleva
el hallazgo y los usos indirectos o futuros de las técnicas
desarrolladas para esto, no podemos ver este tipo de descubrimientos bajo un punto de vista puramente utilitarista o ingenieril.
Aunque este descubrimiento es anecdótico, el simple hecho
de descubrir un primo de Mersenne más es similar a descubrir
una isla desconocida, una nueva especie animal,
o un planeta extrasolar, y tiene valor en sí mismo, el valor intrínseco de algo bello. La belleza de lo nuevo, y antes desconocido,
que simplemente satisface nuestra curiosidad.
Es curioso que podamos demostrar que hay infinitos números primos cada vez más espaciados en el conjunto de los reales,
pero que sólo podemos conocer unos pocos de ellos
y sólo a través de un laborioso trabajo.
No sabemos si hay o no planetas de tipo terrestre y aún
así los buscamos.
Probablemente nunca los podremos visitar y casi ninguno
(si es que los hay) albergará vida inteligente.
Pero si hay otras civilizaciones conocerán los mismos primos
de Mersenne que nosotros y gastarán su tiempo y energía
en descubrirlos al igual que hacemos nosotros.
Estos números habitan otro espacio, un espacio abstracto accesible sólo a través de mentes inquietas que tienen curiosidad.
Una curiosidad que los haría humanos e inteligentes
y les permitiría, eventualmente, comunicarse con otros seres igualmente inteligentes y curiosos.
La ameba, el gusano o las cucarachas
(y algún humano terrestre) sólo se mueven por utilitarismo
y carecen de curiosidad.
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