“Para muchos, la extensión es repetición:
Los mismos átomos producen las mismas cosas; por consiguiente,
la novedad no existe.
Para otros, en especial para los niños,
la extensión es acaecimiento;
nada se repite, la novedad rige el mundo.
Entre los primeros se hallan algunos filósofos y reflexivos,
los desengañados, los cansados y muchos suicidas;
entre los segundos, amén de los niños, los poetas,
los viajeros en lejanas tierras y los narradores de cosas fabulosas.
Más no sólo estos necesitan ver el mundo como constantemente nuevo y acaeciente.
También los pacientes investigadores de las causas naturales
que mueven lo movible, los capaces de razonar sus creencias,
los que poseen convicciones, como diría Aristóteles, precisan
de aquella disposición.
La aventura de indagar en los hechos requiere entusiasmo
y atracción hacia la apariencia.
En su vejez, el astrónomo Hiparco manifestaba:
Si mi conciencia no hubiera valorado el universo
como algo sumamente interesante, conservando siempre
la tendencia que durante la niñez me movió a poseer lo extenso, recorrer la longitud y conocer lo lejano,
no habría medido la distancia del Sol a la Tierra.
La novedad, extensión y misterio del mundo es algo que reside
en nosotros, y que, por así expresarlo, prolonga el ser de la infancia”.
Percibir esa extensión que se trae de la infancia.
Vivir sin renunciar a explorarla.
Riesgo de dispersión en la búsqueda.
¿Quién dijo que se aburría?
De niño solitario, los juguetes y los tebeos no suplían,
sino que complementaban.
Hacían crecer diálogos, facilitaban indagaciones.
No hay nunca repetición,
los átomos producen más elementos novedosos
de los que se piensa.
La dinámica nunca es singular, ni anodina.
La vida humana recaba precisamente una complejidad
que dista de la monotonía.
Quién de adulto se limita a la uniformidad y el quietismo
es que ha renunciado a la identidad del niño interior
y permanente que le sigue pidiendo que inquiera y rastree.
La extensión cubre todo el tiempo que se vive.
Cierto que éste a su vez está condicionado por las limitaciones
del cuerpo.
Pero incluso con el recuerdo se transciende.
Los ancianos siguen teniendo un proceso de prospección interior.
La tendencia a comprender cada capítulo de la vida
es ya bastante para justificarla.
Los que han salido de sí para comprender lo exterior
también han seguido viviendo en ellos mismos.
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