La mano pequeña se alza sin lápiz,
en el arroyo
nadie encuentra su huella
¡es tan pequeña!,
o acaso cruza con pasos de viento.
De los cinco dedos de sus pies,
ninguno nos podrá hablar de rozaduras,
¡viven cautivos!,
en el vientre del frío.
Aquella esquina sucia, con olor a olvidos
está contando historias.

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