jueves, 3 de marzo de 2011

Mirando al Universo desde debajo de la Tierra



Después de los fotones, los neutrinos representan las partículas
 más comunes del Universo, las más pequeñas y también
 las más desconocidas. 

Ahora el IceCube (cubo de hielo, en inglés),
 un observatorio para detectar neutrinos desde el Polo Sur,
 podría desvelarnos una nueva física.

La primera predicción de la existencia del neutrino se remonta al año 1930
 por mano del físico teórico Wolfgang Pauli

Mientras trabajaba en experimentos de radiación, se dio cuenta
 de que para que se cumplieran las leyes de la física establecidas
 hacía falta otro tipo de partícula distinta a las conocidas hasta el momento, una partícula tímida que debía estar escondiéndose de los detectores
 y que había conseguido pasar desapercibida hasta entonces. 

Tres años más tarde, el italiano Enrico Fermi incluyó la partícula predicha
 por Pauli en sus teorías sobre radiación y fue así capaz de explicar muchos
 de los experimentos que hasta el momento habían fallado.


Fermi bautizó a la partícula con el nombre
 de ‘neutrino’, que es el equivalente italiano
 a ‘neutroncito’ ya que se trata de una partícula pequeña y neutra, es decir que a diferencia 
de otras partículas como el electrón, no tiene carga eléctrica.

 Varios años y experimentos más tarde
 se descubrió que, en realidad, existen tres familias de neutrinos, también llamadas sabores: los neutrinos electrónicos, los neutrinos tauónicos y los neutrinos muónicos

Actualmente sabemos que los neutrinos se crean en aquellos reactores de fusión nuclear ideales que son los núcleos de las estrellas como el Sol 
y en una variedad de otros objetos del Cosmos.


Debido a su naturaleza eléctricamente neutra,
 la trayectoria de un neutrino siempre 
se desarrolla en línea recta, pues no los campos magnéticos que permean el espacio no afectan su movimiento. 

Sin embargo, el frío del continente antártico crea un medio natural ideal para la detección de estas partículas de alta energía

A una profundidad de 1.5 kilómetros bajo la superficie del Polo Sur,
 el peso de las capas superiores de hielo mantiene las más profundas 
con una composición casi pura, impidiendo la formación de burbujas 
de aire en los intersticios. 

En estas profundidades oscuras y al mismo tiempo transparentes, 
el choque entre un neutrino en movimiento rápido y un átomo de oxígeno contenido en el hielo podría generar un leve destello de luz, 
como manifestación de la producción de un muón.

El IceCube
Éste es en la práctica el objetivo del proyecto IceCube, 
un sensor óptico del tamaño de una pelota de baloncesto costado alrededor de 271 millones de dólares 
y que cada verano antártico es colocado a una profundidad de 2.5 km bajo el hielo.

 Lo más curioso es que para crear este canal hacia abajo, los investigadores utilizan un chorro de agua muy caliente,
 perforando el hielo y creando agujeros de algunos kilómetros de longitud
 a través de los cuales hacen descender los detectores.


Desde su lanzamiento en 2005, el equipo que lidera
 el proyecto se ha ido dando cuenta de que Ice Cube también podría arrojar luz sobre una amplia gama de cuestiones físicas aún por resolver, yendo incluso más allá de la información que puede ser obtenida 
a través del estudio de los fotones. 

Un ejemplo sería el hallazgo de la fuente 
de los rayos de ultra-alta energía cósmica (UHECRs, por sus siglas en inglés), una clase poco conocida
 de partículas que transportan miles de millones
 de veces la energía alcanzable en los actuales aceleradores de partículas terrestre. 

Los candidatos para la producción de las UHECRs podrían ser los núcleos galácticos activos (o Active Galactic Nuclei)
 y los brotes de rayos gamma (o Gamma-ray Bursts),
 tras la acreción de masa por parte de un agujero negro.


Además, según los expertos IceCube también podría ayudar
 a desvelar la naturaleza de la materia oscura, un componente invisible 
del universo que podría estar formada por uno o más tipos de partículas
 de interacción débil (WIMPs, por sus siglas en inglés).


Las expectativas son muy altas.
 No nos queda que esperar que la predicción de Eli Waxman del Instituto
 de Ciencias Weizmann de Rehovot (Israel) aparecida el mes pasado
 en un editorial del Nature, según la cual Ice Cube 
nos proporcionará una nueva manera de mirar el universo,
 se materialice pronto

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