“…Esquina de Brasil y Defensa, esquina de cafés,
uno enfrente del otro.
Aún perduran en el tiempo, aunque hayan cambiado
sus parroquianos.
Mirar desde adentro a través de sus inmensas ventanas,
historias con sus vidas a cuestas,
producto de la imaginería del escritor.
Café amargo, el humo envolvente, ginebra,
el murmullo de las charlas, vermouth con ingredientes,
lugar de reunión después de una cena o a la salida del teatro.
En diagonal el “Parque Lezama”,
pulmón de oxígeno de tantas chimeneas fabriles,
alza su imponente monumento a la ciudad ante la mirada
de las madres que pasean sus cochecitos de bebés,
o el cortejo de los estudiantes en primavera.
Un mítin obrero y las corridas de la federal…”
Un recuerdo... café el Hipopótamo.
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