El 11 de mayo, un terremoto de magnitud 4,5 —seguido por otro de 5,1— sacudía Lorca, en Murcia, causando destrozos, al menos nueve muertes y más de cien heridos.
“El caso es que el 11 de mayo de 2011 era el día en que según las notas dejadas por Raffaele Bendandi (1893-1979)
tendría lugar un terremoto que destruiría Roma.
Este astrólogo es famoso por sus múltiples predicciones de terremotos en Italia.
Tras el horizonte de sucesos, 12 mayo, 2011; también en Milhaud,
“¿Se pueden predecir los terremotos?,”
¿Se pueden predecir los terremotos partir del análisis de datos históricos?
En 2002, la Oficina Central de Investigación de Terremotos del Gobierno
de Japón predijo con una probabilidad entre el 80-90 % que habría
un terremoto de magnitud entre 7,7 y 8,2 en los próximos 30 años
en la región de Tohoku.
No predijeron la probabilidad de un terremoto de magnitud 9,
como el que ha sufrido dicha región en marzo de 2011,
porque la consideraron despreciable.
¿Por qué fracasó su predicción?
La predicción de terremotos a largo plazo en Japón se basa en el análisis estadístico del registro histórico de terremotos de los últimos 400 años.
Sin embargo, el terremoto de Tohoku demuestra que 400 años es un plazo
de tiempo demasiado corto para evaluar la actividad sísmica.
Un gran tsunami comparable al ocurrido en marzo inundó la costa de la zona de Sendai en el año 869 DC.
¿Hay que utilizar toda la información histórica disponible, sin ningún límite,
a la hora de predecir futuros terremotos?
Muchos sismólogos japoneses están empezando a pensar
que sí es necesario hacerlo.
En Japón confluyen varias placas tectónicas, la amuria
(parte de la euroasiática), la filipina y la de Ojotsk
(parte de la norteamericana).
El análisis mediante GPS (Sistema de Posicionamiento Global)
del movimiento de estas placas tectónicas durante la última década mostró una discrepancia entre las tasas geológicas y geodésicas de deformación
de la corteza terrestre (una tiene un valor un 30% menor que la otra).
Esta gran discrepancia se detectó en el año 2000 y se confirmó en 2004.
Sin embargo, los científicos japoneses no fueron capaces de encontrar
una explicación razonable a este hecho, por lo que dicha discrepancia
no fue tenida en cuenta en el análisis de futuros terremotos.
Ahora sabemos que el gran terremoto de Tohoku
ha estado relacionado con esta discrepancia.
La sismólogos japoneses saben ahora que tienen que integrar datos sísmicos, geodésicos, geomorfológicos y geológicos con objeto de mejorar las técnicas actuales de predicción de terremotos.
Cualquier inconsistencia entre datos de múltiples fuentes debe
ser tenida
muy en cuenta.
La extensa red de GPS en Japón no había detectado ninguna anomalía justo antes del terremoto porque éste se produjo a 200 kilómetros de la costa, donde no se dispone de datos de GPS.
Japón deberá priorizar la investigación en el desarrollo de la tecnología GPS para su aplicación al fondo oceánico.
Según los sismólogos esta tecnología es apremiante.
La Agencia Meteorológica de Japón cuenta con uno de los sistemas
más avanzados en el mundo para proporcionar advertencias en tiempo
real de los tsunamis y temblores.
El sistema de alerta temprana del terremoto ha estado en vigor desde 2007
y ha proporcionado más de 10 advertencias de terremotos fuertes
(por teléfono móvil (celular), televisión, radio y mediante un sistema de altavoces en las comunidades locales).
El sistema detectó el terremoto en la costa de Tohoku y unos 8 segundos emitió una advertencia pública en la región cercana al epicentro.
Veintisiete trenes bala fueron detenidos sin problemas.
Tres minutos más tarde se emitió la advertencia de tsunamis muy grandes hacia Iwate, Miyagi y Fukushima.
Las olas llegaron entre 15-20 minutos más tarde a la costa.
Sin embargo, el rendimiento global de este sistema no fue satisfactorio.
El sistema subestimó la magnitud del terremoto y la altura del tsunami,
por lo que no se advirtió a la población de la región de Tokio,
donde muchas zonas experimentaron terremotos fuertes y dañinos.
El sistema de alerta temprana de temblores fuertes emitió más de 70 avisos para los terremotos secundarios.
El sistema funcionó bien para estos eventos más pequeños,
pero hubo algunos errores de estimación de la magnitud por la concurrencia simultánea de varios terremotos.
El terremoto de Tohoku ha demostrado a los sismólogos que los terremotos grandes pueden ocurrir en las regiones sísmicamente muy activas con mayor frecuencia de lo que se pensaba.
Algunos sismólogos creen que el análisis de las estadísticas históricas
no siempre son suficientes.
Parece necesario medir los esfuerzos y las tensiones acumuladas cerca
de las fallas.
Para ello será necesario realizar pozos de sondeo y mediciones de temperatura en las fallas submarinas.
La investigación en nuevas técnicas que faciliten la obtención de estos datos parece una necesidad imperiosa si queremos mejorar las predicciones
de futuros terremotos y tsunamis.
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