Cuando Corrientes se inclina allá en el bajo
donde oscurecen las historias de ultramar
se desbarrancan las voces y los gestos
la confianza
el candor
la caridad
y cruza la noche una niña de provincia
disimulando sus ganas de llorar.
Entonces sopla el viento desde el este
agita el cielo portuario de Viamonte
y en las mesas del bar El Navegante
brilla como el filo de un puñal.
Gracias a Dios el hombre de las luces
no para de alumbrar
y enciende de verde su semáforo
para dar paso a la emoción de algún encuentro
en una esquina de la calle Soledad.
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