Ubicado en la aldea rumana del mismo nombre, este singular camposanto se ha hecho famoso por sus tumbas, en las cuales, con coloridas pinturas y emotivos epitafios, se cuenta la historia de los fallecidos.
Esta curiosa costumbre la inició un lugareño llamado Stan Ioan Patras,
quien esculpió la primera lápida de estas características el año 1935,
y llegó a realizar más de 800 hasta el momento de su propia muerte,
en el año 1977.
Todos los que fueron habitantes de la aldea han sido retratados de un modo
u otro, y hasta los colores empleados tienen su propio significado:
un fondo azul significa esperanza y libertad, el amarillo representa
la fertilidad, el verde, la vida, el rojo representa la pasión,
y el negro indica una muerte inesperada o temprana.
Las imágenes también muestran cómo era la vida cotidiana de sus protagonistas, así, se puede ver un hombre en un tractor
o una mujer tejiendo una alfombra.
También resulta curioso ver la evolución de los medios de transporte,
ya que, en los inicios, se mostraban muchas caballerías,
mientras que últimamente, y como es lógico,
lo que predominan son los coches.
Actualmente se dan en el pueblo unas diez muertes al año, y es Dimitru Pop, un aprendiz de Patras, quien continúa la tradición.
Hoy en día el cementerio es un museo al aire libre, y al llegar a convertirse
en una atracción turística, es también una valiosa fuente de ingresos
para las gentes del lugar.
vía: aquí estuve ayer
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