No hay mayor sorpresa que darse cuenta que nuestra sombra decide
por si misma que movimientos hacer.
Cuando esto sucede,
nuestra mente y la locura suelen hacer un buen binomio
para nuestra desgracia.
Afortunadamente, una imagen tomada casualmente puede eximirnos
de diagnósticos errados a pesar de las aseveraciones pronunciadas
por algún que otro afamado psiquiatra.
Como alguien decía hace unos años…
“No estamos locos, sabemos lo que queremos”.
Creo.
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