La mañana era de invierno y apuntaba la helada en el campo, a veces hasta
el agua quedaba congelada en las cañerías y hasta bien entrado el día no se podía tomar, los días eran cortos y perezosos para el amanecer, el mate y la leche era
la compañía perfecta de cualquier madrugador.
La panadería de Don Antonio era la más famosa de Saladillo por el olorcito
a pan caliente y a medialuna recién horneada que comenzaba a escaparse por
la puerta a eso de las 5 de la mañana.
A las 7 todavía con el sol escondido, los parroquianos hacían cola para comprar
el pan, algunos ataban el caballo en el palenque, otros venían en bicicletas desde varias leguas y otros simplemente caminando acompañados por algún perro amigo igualmente fiel que interesado.
Don Antonio era muy puntual con sus clientes pero no otorgaba licencias,
la panadería "la Nueva Saladillo" abría ordinariamente a las 7,30hs.
Primero abría la puertita pequeña de la cortina metálica por donde salía como soldado con la lanza en la mano para subir la persiana , hecho esto, quedaba
al descubierto la gran puerta de madera y vidrio con la importante vidriera repleta de muñecos de azúcar conmemorando los diferentes acontecimientos de festejo frecuente , los cumpleaños , los casamientos , los bautismos , las comuniones ...
Don Antonio daba vuelta el cartel que colgando de un hilo reposaba
en la ventana dejando ver el ansiado ABIERTO.
Con su delantal impecablemente blanco Don Antonio comenzaba atender
a la numerosa clientela que ya esa hora estaba acumulada en la puerta
Unos canastos ovalados y profundos contenían los diferentes panes y las planchas negras sacaban del horno a las crepitantes medialunas.
Todo el pueblo y sus alrededores querían el pan de Don Antonio que terminaba
en las mesas cortados en rodajas y decorado con ricos dulces que las amas
de casa hacían.
Pocos eran, los que a pesar de lo ricas que eran, se llevaban las medialunas,
es que por esos tiempos l agente no estaba tan acostumbrada a comerlas
y pese o lo tentadoras que se veían la gente prefería no improvisar
y elegían las tostadas con dulce.
Sucedió un día cuando Don Antonio saco las medialunas del horno como todas
las mañanas, estas, en lugar de tener la forma tradicional estaban todas estiraditas en señal de protesta, esto no era ni más ni menos que un paro!!!
Cuando Don Antonio vio semejante cosa no podía ni reaccionar,
tampoco entendía bien lo que estaba sucediendo y como había podido pasar.
Fue hasta el fondo de la cocina metió su cara bajo el chorro del agua fría
y volvió nuevamente a la puerta del horno con la esperanza de que todo
hubiese sido un mal momento , pero allí estaban , tiesas y alineadas
como los vigilantes en día de fiesta.
Don Antonio cambio el tradicional cartel de medialunas por el de vigilantes
y siguió vendiendo pan y los parroquianos comprando.
Después de un tiempo cuando ya se había acostumbrado a la figura
de los vigilantes que día a día acompañaban sus mañanas le llamo la atención
algo que de tan visto ya no se dejaba ver , entro a su casa porque había olvidado sus anteojos y en la mesa de la cocina ,vestida con el mantel de hule verde con margaritas blancas y amarillas estaban sentados sus hijos y su mujer ,
la mesa estaba servida con las tasas blancas de café con leche , la azucarera ,
la panera rebosante de tostadas y el dulce en la dulcera que sus hijos devoraban.
El secreto del éxito estaba en el dulce casero que acompañaba el pan y que así todos querían comer, a la mañana siguiente Antonio preparo las medialunas como siempre que al sacar del horno se llamaban vigilantes pero que esta vez vieron
un final diferente porque Antonio les deslizo un toque de la riquísima mermelada,
ese día cuando todavía no había terminado de colocarlas sobre la mesada
de la panadería ya se habían vendido más de las que había cocinado.
Así fue como en Saladillo, más precisamente en la famosa panadería
La Nueva Saladillo se inmortalizo este clásico Argentino del vigilante con dulce que hasta hoy sigue vendiendo su producción como hace 80 años.
autor: Diana Soler
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