Ella era su media naranja.
Él era su media naranja.
Se conocieron en algún lugar.
Hablaron del tiempo y de las lluvias.
¡Lluvias, pobres tontos!
Ni modo de escaparse de ellos.
Tan fundamental mirarse para reconocer
las atracciones cítricas...
Si funciona, no funciona.
Un leve olor a azahar permaneció flotando unos segundos.
Apenas eso y la satisfacción de un cupido que nunca falla..
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