(Fortunato Ramos)
No te rías de un colla, que bajó del cerro,
que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos.
No te rías de un colla, si lo ves callado…
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.
No te rías de un colla, si al cruzar la calle,
lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco.
Asustao el runa como asno bien chúcaro;
poncho con sombrero debajo del brazo.
No sobres al colla si un día de sol,
lo ves abrigado con ropa de lana; transpirado entero.
Ten presente amigo, que él vino del cerro donde hay mucho frío,
donde el viento helado, rajateó sus manos y partió sus callos.
No sobres al colla si lo ves comiendo,
su mote cocido, su carne de avío,
allá en una plaza, sobre una vereda o cerca del río,
menos si lo ves coquiando por su Pachamama.
El bajó del cerro a vender su lana, a vender sus cueros,
a comprar l’azucar, a llevar su harina,
y es tan precavido que trajo su plata,
y hasta su comida y no te pide nada.
No te rías de un colla que está en la frontera,
pa lao de La Quiaca, o allá en las alturas del Abra del Zenta.
Ten presente amigo, que él será el primero en parar las patas,
cuando alguien se atreva a violar la Patria.
No te burles de un colla, que si vas pa´l cerro,
te abrirá las puertas de su triste casa.
Tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,
comerás un tulpo… y a cambio de nada.
No te rías de un colla que busca el silencio,
que en medio de lajas, cultiva sus habas,
y allá en las alturas, en donde no hay nada…
¡así sobrevive con su Pachamama!
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