El viejo columpio se balanceaba al son de la brisa otoñal.
Dos frágiles cuerdas le unían a un sauce llorón.
El sol del oeste acariciaba con sus últimos rayos su madera resquebrajada.
Suspiró...Ya no había dulces manitas que se asieran a él, ni risas infantiles,
ni rumores de juegos, ni olor a chocolate, ni frescas canciones
a su alrededor.
Solo silencio...
Hasta que le despertó el batir de sus alas, suaves como un atardecer,
alas breves que acariciaron sus cuerdas y besaron su madera,
para hacerlo de nuevo estremecer.
- No te vayas-suplicó- Te necesito.
- Debo irme, debo volar- le advirtió ella.
- ¿A dónde? Yo te daré lo que buscas.
- Busco...magia.
- Oh!-exclamó esperanzado-Una vez hubo aquí magia.
La encontraré de nuevo para tí.
-¿Tú?-sonrió burlona-
¿Un pobre columpio desvencijado?
- Si...yo. Vuelve mañana, por favor.
El columpio buscó durante toda la noche por el abandonado jardín:
entre la menta, bajo las ortigas, en la antigua caseta de los niños,
junto a los setos de fragantes nomeolvides..
.Buscó incansable, pero nada encontró.
Cansado y desesperanzado se sentó de nuevo junto a su compañero de fatigas, el sauce, y dos lágrimas rodaron por los surcos de su vieja madera.
- ¿Por qué lloras, amigo mío?-
le preguntó curioso el sauce.
- Pensé que encontraría magia en algún lugar del jardín,
pero he sido incapaz.
- Quizás no hayas buscado donde debías-sugirió el sauce.
- Busqué hasta en el rincón más recóndito,
más en vano.
Mañana me abandonará.
- Mira en tu interior.
El viejo columpio observó su interior y allí,
muy cerquita del corazón, divisó una tenue lucecita.
- Sin darte cuenta la guardaste ahí algún día.
La magia de toda tu vida. Es tu tesoro.
Cuídalo.
Con la luz del nuevo día, la bella mariposa emprendió vuelo hasta el sauce.
No había olvidado la promesa del viejo columpio.
Se posó en una rama, y vio que ya no estaba colgado.
Entre la hojarasca, en el suelo, algo brilló.
- Ahí tienes su magia- le dijo el sauce- la dejó para ti.
La madera y las cuerdas yacían en el suelo, sin vida.
La mariposa impregnó sus alas con la luz y voló muy alto,
dejando caer a su paso una estela mágica sobre la Tierra.
Por favor mariposa ... no me dejes sin mi magia...
y quizà mañana vuelva a ser colgado...
El sol del oeste acariciaba con sus últimos rayos su madera resquebrajada.
Suspiró...Ya no había dulces manitas que se asieran a él, ni risas infantiles,
ni rumores de juegos, ni olor a chocolate, ni frescas canciones
a su alrededor.
Solo silencio...
Hasta que le despertó el batir de sus alas, suaves como un atardecer,
alas breves que acariciaron sus cuerdas y besaron su madera,
para hacerlo de nuevo estremecer.
- No te vayas-suplicó- Te necesito.
- Debo irme, debo volar- le advirtió ella.
- ¿A dónde? Yo te daré lo que buscas.
- Busco...magia.
- Oh!-exclamó esperanzado-Una vez hubo aquí magia.
La encontraré de nuevo para tí.
-¿Tú?-sonrió burlona-
¿Un pobre columpio desvencijado?
- Si...yo. Vuelve mañana, por favor.
El columpio buscó durante toda la noche por el abandonado jardín:
entre la menta, bajo las ortigas, en la antigua caseta de los niños,
junto a los setos de fragantes nomeolvides..
.Buscó incansable, pero nada encontró.
Cansado y desesperanzado se sentó de nuevo junto a su compañero de fatigas, el sauce, y dos lágrimas rodaron por los surcos de su vieja madera.
- ¿Por qué lloras, amigo mío?-
le preguntó curioso el sauce.
- Pensé que encontraría magia en algún lugar del jardín,
pero he sido incapaz.
- Quizás no hayas buscado donde debías-sugirió el sauce.
- Busqué hasta en el rincón más recóndito,
más en vano.
Mañana me abandonará.
- Mira en tu interior.
El viejo columpio observó su interior y allí,
muy cerquita del corazón, divisó una tenue lucecita.
- Sin darte cuenta la guardaste ahí algún día.
La magia de toda tu vida. Es tu tesoro.
Cuídalo.
Con la luz del nuevo día, la bella mariposa emprendió vuelo hasta el sauce.
No había olvidado la promesa del viejo columpio.
Se posó en una rama, y vio que ya no estaba colgado.
Entre la hojarasca, en el suelo, algo brilló.
- Ahí tienes su magia- le dijo el sauce- la dejó para ti.
La madera y las cuerdas yacían en el suelo, sin vida.
La mariposa impregnó sus alas con la luz y voló muy alto,
dejando caer a su paso una estela mágica sobre la Tierra.
Por favor mariposa ... no me dejes sin mi magia...
y quizà mañana vuelva a ser colgado...
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