Su vida cambió de forma drástica desde aquella tarde de tormenta.
No sólo se trataba de haber recuperado la pasión por la lectura, reavivado algunas relaciones de amistad descuidadas o experimentado, por vez primera, el placer de pasear por el frondoso parque que solía ver desde su ventana.
El cambio más significativo que se produjo en Ella, radicaba en una sorprendente y novedosa visión del mundo.
Había dejado de resultarle un lugar amenazante.
Se sentía mucho más relajada desde que un rayo alcanzó la antena de su tejado.
Desde que perdió, definitivamente, la señal de televisión.
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