La gran pirámide de Keops ha maravillado a generaciones de turistas
y egiptólogos que se han sentio abrumados por su grandiosidad.
Sin embargo, a tan sólo ocho kilómetros al norte, exitió otro monumento más grandioso, tanto en tamaño como en importancia.
Esta es su historia.
Según la leyenda, la contrucción de la ‘pirámide perdida’, hace casi
5.000 años, habría sido una auténtica contrarreloj.
En tan sólo ocho años, entre su ascenso al poder y su muerte,
parece ser que el faraón Dyedefra estaba decidido a sobrepasar
los logros de su padre, el gran Keops.
El faraón Dyedefra, hijo de Keops, quiso ser diferente.
Tenía el ánimo emancipado y mandó levantar su pirámide alejada de la de su padre, la mayor de las tres del valle de Giza.
De aquella construcción aislada, hecha en torno al año 2550 antes de Cristo, solo perdura hoy la base, de unos 10 metros de altura y 122 metros de lado, mientras que apenas a ocho kilómetros, perfiladas entre la perenne nube de contaminación que desprende el monstruo urbano que es El Cairo, se ven, majestuosas, las de Keops, Kefren y Micerinos, la santísima trinidad del antiguo Egipto.
Es la pirámide perdida y muestra ahora sus enigmas; los arqueólogos, forenses de la historia, han hecho hablar a las ruinas que quedan en la zona de Abu Rawash y han descubierto que, en contra de lo que se creía, sí fue completamente terminada, y que ni la derruyeron las venganzas familiares ni se desplomó por deficiencias arquitectónicas.
Simplemente, los romanos la utilizaron, muchos siglos después, como cómoda cantera para sus propias edificaciones. Todo eso queda recogido en un documental producido por Canal de Historia
Canal de Historia estrenó el 27 de septiembre, simultáneamente en 138 países, la superprodución ‘La pirámide perdida’, un documental que asiste al proceso de investigación llevado a cabo durante 12 años por un grupo de arqueólogos internacionales liderado por el doctor Zahi Hawass, secretario general del consejo Supremo de Antigúedades egipcio.
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