El Observatorio Europeo Austral (ESO) anunció que encontraron moléculas
de peróxido de hidrógeno en el espacio,
conocido comúnmente como agua oxigenada.
El descubrimiento, logrado con el radiotelescopio APEX instalado en el norte
de Chile, ofrece pistas sobre el enlace químico entre el agua y el oxígeno, esenciales para la vida.
Mientras en la Tierra usamos el agua oxigenada para desinfectar heridas, desteñir el pelo o quitar manchas, las moléculas fueron observadas en el espacio cerca de la estrella Rho Ophiuchi, a unos 400 años luz de distancia.
Esta zona tiene nubes de gas y polvo cósmicos muy densas y frías
(alrededor de -250 ºC), donde nuevas estrellas están naciendo.
Las nubes contienen principalmente hidrógeno, aunque hay otras moléculas también y los astrónomos están tratando de determinar cuáles son.
Radiotelescopios como el APEX, ubicado en el Llano de Chajnantor
a 5.000 metros de altura, realizan observaciones de luz infrarroja que permiten detectar estas moléculas.
“Sabíamos, a partir de experimentos de laboratorio, qué longitudes de onda debíamos buscar, pero la cantidad de peróxido de hidrógeno en la nube es de una sola molécula por cada diez mil millones de moléculas de hidrógeno, por lo que la detección necesitó de observaciones muy cuidadosas”, dice Per Bergman, astrónomo del Observatorio Espacial de Onsala en Suecia. Bergman es el autor principal del estudio, que se publica en la revista Astronomy & Astrophysics.
La formación de moléculas de agua oxigenada (H2O2) está estrechamente vinculada a otras dos moléculas, el oxígeno y el agua, que son fundamentales para la vida.
Debido a que se cree que gran parte del agua en nuestro planeta se formó originalmente en el espacio, los científicos están interesados en entender cómo se genera.
“No entendemos todavía cómo algunas de las moléculas más importantes aquí en la Tierra se fabrican en el espacio.
Pero el descubrimiento de peróxido de hidrógeno con el APEX parece ser que nos muestra que el polvo cósmico es el ingrediente que falta en el proceso”, dice Bérengère Parise, astroquímica y co-autora del artículo.
Fuente de Información: ESO
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