Caminaba, como todos los días por las veredas angostas del pueblo.
Esa atracción por los adoquines y los viejos rieles que aún quedan,
hace que mire hacia abajo, constantemente.
Siempre admirando las vías de los Tranvías que ya no circulan.
¿O será que circulan de noche, transportando otro tipo de seres.?
Me pregunté, sonreí y seguí caminando.
Una radio me devolvió un párrafo "… l
a culpa es un invento poco generoso….".
Al doblar en la próxima esquina, el cielo se cerró sobre mi cabeza.
Negro como el más intenso color negro.
Dejando paso a un pequeño rayo de luz (supongo de sol)
que me detuvo en un par de baldosas color beige.
Presté atención a sonidos muy extraños, como gritos, distinguí aromas orientales.
Experimenté un frío de castillo medieval en mi espalda.
Todo volvió a la normalidad, llegué a casa y me fui a dormir.
Mi último pensamiento fue "…
Dormí, te lo mereces, hoy tuviste otro día normal".
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