La numerología es el “arte” de ver “lo que uno quiere donde no lo hay”.
Aunque pueda parecer broma, muchos grandes genios de la física
y de la matemática han “creído” en la numerología.
De todos es conocido que Newton dedicó la segunda parte de su vida
a la política, en su parte pública, y a la numerología bíblica,
en su parte privada (“alquimista” de vocación, quiso descubrir lo que Dios había escribo en la Biblia, en su idioma “original”, para que sólo los “supergenios” como él lo descubrieran).
El valor numerológico de ciertas magnitudes suele ser una aproximación muy mala al valor exacto, pero muchas veces pasan décadas hasta que los físicos experimentales logran demostrar la diferencia (encontrar el valor exacto).
Cuanto mayor incertidumbre tenga una magnitud, mejor para el numerólogo (quien más confiará en ella).
Por ejemplo, ¿cuántas partículas elementales hay en el universo?
Unas 10^80 más o menos.
Bien para el numerólogo, el “disfrutón de los más o menos.”
Proponemos una relación “mágica” entre la masa del pión (hay 3 piones),
la constante de Hubble (difícil de medir experimentalmente) y las constantes físicas fundamentales.
Aclaro. Hay 3 piones, uno neutro (π0) con masa 134.98 MeV/c^2,
que en realidad son dos partículas “idénticas” formadas por una pareja
quark-antiquark (abajo-antiabajo o arriba-antiarriba),
y dos piones cargados (π+ y π-) con masa 139.57 MeV/c^2,
también formados por una pareja quark-antiquark
(arriba-antiabajo y abajo-antiarriba).
La constante de Hubble mide la “velocidad” de expansión del universo,
un parámetro extremadamente difícil de medir cuyo valor ha fluctuado durante todo el s. XX y sigue haciéndolo en la actualidad en el contexto de
un universo que se expande de forma acelerada.
El artículo se inicia con la fórmula “aproximada” (aunque tiene un signo de igualdad) que vemos a la izquierda: el vacío cuántico del universo está dominado por la contribución de un gas de piones virtuales de masa gravitatoria nula, por eso no han sido detectados como materia ordinaria (bariónica).
El gas de piones virtuales son la energía oscura, es decir, más del 70% del universo.
Los piones son los “señores” del Universo, “los másters del universo.”
Nunca se sabe si las coincidiencias numerológicas encierran algo de verdad, alguna “misteriosa” verdad aún por descubrir.
Cuando se “eleva” una coincidencia a “verdad” absoluta, se obtienen “nuevas leyes” de la Naturaleza.
Por ejemplo, Dirac (1937-1938) supuso que el cociente H/G (donde H es la constante de Hubble y G la constante de gravitación universal de Newton) es constante en el tiempo desde la Gran Explosión hasta el momento presente. Como H varía desde el inicio de la Gran Explosión, G también debe variar. Dirac “predecía” gracias a su “teoría” la gran debilidad de la gravitación en el presente: un universo antiguo nos da una gravedad débil.
Como es bien sabido, dicha relación es incompatible con todo nuestro conocimiento actual sobre cosmogonía (el origen y evolución del universo). Actualmente es insostenible.
Se mejora la fórmula de Weinberg.
En la que reemplaza H0 (que no es constante) por una magnitud de valor comparable a ella que es “aparentemente” constante.
En concreto, Ω es la densidad de energía total del universo relativa a la densidad crítica para que el universo sea plano y rH = c/H es el llamado radio de Hubble del Universo.
Esta relación es “aparentemente” mucho más exacta que la anterior, pero sigue teniendo cierta incertidumbre
(por ejemplo, qué valor se usa para la masa del pión).
Afirmamos que la relación anterior tiene una profunda y misteriosa relación con la energía oscura que “domina” el universo en la actualidad.
Es debida a la existencia de un gas de piones virtuales sin masa gravitatoria (¿?) que tiene una temperatura “gravitacional”, el responsable último de la energía oscura (que actualmente no tiene explicación convincente, pero se modela como una constante cosmológica de Einstein no nula).
¿Dónde está la energía oscura en la fórmula anterior?
Para dejar más clara la idea proponemos una fórmula aún más precisa todavía que tiene en cuenta el número de grados de libertad de un pión nf y ΩΛ la densidad de energía oscura.
Despejando esta última de esta nueva fórmula se obtiene un valor cercano al observado experimentalmente en el WMAP.
Pero, cuidado, ¿cuántos grados de libertad tiene un pión?
¿Quién lo sabe?
Bueno, ¡es obvio! que son 48 (será para que todo le cuadre).
Este juego de fórmulas, estimaciones, parámetros imposibles de determinar (como nf) a los que se les da un valor “razonable” (bueno, se “ajusta” para que todo funcione y luego se justifica que es el valor más razonable) es muy habitual en el campo de la numerología.
En este sentido el artículo es un excelente ejemplo y merece ser comentado por ello, aunque sin olvidar que no estamos hablando de “ciencia” sino de “religión.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario