
Hago y digo cosas como si alguien me escuchara.
Hablo en alto con los objetos, sobre todo con los más pequeños.
He agarrado una bobina de hilo negro, he sujetado con dos dedos el extremo de hilo y la he lanzado por el hueco de la escalera
.Cuando ha llegado al suelo aún tenía hilo de sobra atado a su tronco
. Hago cosas absurdas.
Mi mano se mete en el bolsillo derecho y esconde un trozo de comida que no quería, me apresuro, escucho el taconeo de ella y el ruido de platos en la cocina que aún flotan por la casa.
Sólo el crujido de la madera desnuda los recuerdos
y deja desperdicios a su paso.
Despacio. Subiendo.
Una vez arriba, con un pedazo de jabón húmedo
dejo un mensaje en el espejo del baño:
El próximo que ponga papel, se ha terminado.
Pero no hay nadie que pueda leerlo.
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