Pateando las calles mientras las aceras se encuentran desnudas del vaivén de sombras orquestadas cuando el azul del cielo se erige como rey,
después de su reinado, al finiquitar su andadura diaria,
al delegar en la oscuridad su patrimonio más deseado y el colorido de sus andares a través de las prisas, es entonces cuando se descifra la soledad,
a golpe de luces artificiales, domesticando los pliegues de la conciencia, ataviándose del traje efímero del jugueteo con lo imposible, es la noche testigo de las dudas, cómplice de la opulencia de los sueños,
tintineo constante de lo subliminal, imprimiendo palabras en la cabeza, titubeando entre la oportunidad o la probabilidad, es la noche fortaleza inventada por la necesidad de no dejarse atrapar, pateando las calles
de la fragilidad, impotencia asistida, inverosímil el escenario, inquietante
la desesperación, a solas con uno mismo se adivina la densa reacción,
de no saber que camino tomar.
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