miércoles, 2 de noviembre de 2011

de Ficción...


Comprobé que tenía la línea de la vida demasiado corta.

 Diminuta, diría. 

Me asusté. 

Agarré una navaja, e imitando al héroe del cómic, hundí el filo de la hoja desde la mitad de la palma de mi mano izquierda hasta el final del antebrazo. 

Y ya ven, morí desangrado a los diez años sobre una historieta 
del Corto Maltés. 

Desde mi muerte no leo ficción. 

Me limité a inventarme un personaje que...

escribe en este blog.

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