miércoles, 2 de noviembre de 2011

Nuevo inquilino...


Nicolás se niega a pagar la hipoteca en sus actuales circunstancias.

 Las paredes de la cocina se derriten como si fueran mantequilla fundida. 
El calor es insoportable. 

Una luna fláccida y pringosa deja caer gotas de luz añil sobre la carretera, 
por donde fluye un río de brea.

 Dos gatos con escamas verdosas nadan aferrándose a una acera con textura de chicle masticado. 

Nicolás abre una ventana fofa y un puñetazo de fuego lo tumba, como a un boxeador noqueado. 

Se incorpora a duras penas y comienza a caminar. 

Sus tobillos se hunden en las dúctiles baldosas. 

A medida que se acerca al salón sus piernas ya están sumergidas
 hasta las rodillas en la estructura blanda de su hogar.

 Nicolás continúa moviéndose con el hormigón a la altura del pecho. 

Logra llegar al dormitorio, pero una mano fantasma empuja su cabeza 
bajo las losetas.

 Al día siguiente, un nuevo espectro alquila la casa encantada.

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