El plan de consistencia es el cuerpo sin órganos.
Las puras relaciones de velocidad y de lentitud entre partículas,
tal como aparecen en el plan de consistencia, implican movimientos de desterritorialización, de la misma manera que los puros afectos implican una empresa de desubjetivación.
Es más, el plan de consistencia no preexiste a los movimientos de desterritorialización
que lo desarrollan, a las líneas de fuga que lo trazan y lo hacen subir a la superficie,
a los devenires que lo componen.
Por eso el plan de organización no cesa de actuar sobre el plan de consistencia, intentando siempre bloquear las líneas de fuga, detener o interrumpir los movimientos
de desterritorialización, lastrarlos, reestratificarlos,
reconstituir en profundidad formas y sujetos.
Y, a la inversa, el plan de consistencia no cesa de extraerse del plan de organización,
de hacer que se escapen partículas fuera de los estratos, de embrollar las formas a fuerza de velocidad o de lentitud, de destruir las funciones a fuerza de agenciamientos,
de microagenciamientos.
Cuánta prudencia es necesaria para que el plan de consistencia no devenga
un puro plan de abolición, o de muerte.
Para que la involución no se transforme en regresión en lo indiferenciado.
¿No habrá que conservar un mínimo de estratos, un mínimo de formas y de funciones,
un mínimo de sujeto para extraer de él materiales, afectos, agenciamientos?
Por eso debemos oponer los dos planes como dos polos abstractos.
Constantemente se pasa del uno al otro, por grados insensibles y sin saberlo,
Por eso debemos oponer los dos planes como dos polos abstractos.
Constantemente se pasa del uno al otro, por grados insensibles y sin saberlo,
o sabiéndolo tan sólo a posteriori.
Porque constantemente se reconstituye el uno en el otro,
o se extrae el uno del otro.
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