Gimen los encuentros en un tira y afloja.
Encontrándose cara a cara con las penas y alegrías de quienes pretenden desatorar las arterias de la frágil pluma, palabras que quedan atrapadas
entre la punta de la lengua y la garganta, gritos adormilados y ahogados
por la vulnerabilidad de saberse etéreas.
Fiel escaramuza de letras buscando auxilio, menospreciando el vértigo hacia
el infinito, burlonas y escurridizas buscan tesoros con los que enardecer significados gloriosos, evocando sueños huecos o desaforados,
llenando verdades sin sentidos, insufrible en la mente tosca de los que
ven el anochecer bajo el auspicio de un amanecer.
Son deseos, son verdades, palabras que se dicen y enumeran la capacidad
de saberlas componer tras el cristal luminiscente de la virtualidad,
dando vueltas y más vueltas, girando sin control, no hay simplicidad.
No hay arquetipos, solo ganas de botarlas fuera, de airearlas sin confundir
las sombras con la oscuridad, entrando en lo desconocido y en lo descocido, para superar el miedo, para interpretar un gesto, para dilucidar la complicidad, palabras que se ríen mientras patalean y gritan cacareando realidad, reflexivas y autocriticas.
Ampliando insuficiencias y generando hilos de esperanza con las que coser una simple sonrisa o desfallecer en cualquier lagrima...
No son solo palabras, son mucho más.
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