Le impulsa la curiosidad, la paraliza de una tentadora
huída para alejarse del lugar.
Pugna con fuerza su inocente mirada por adentrarse en el maletín mientras
el mundo parece desvanecerse en su entorno.
No es miedo lo que siente, solo el anhelo por desnudar la intriga
que le suscita la valija como una caja que no ceja de deparar hechos novedosos, innovadores sentimientos cargados de sorpresas infinitas,
la retiene impidiendo toda retirada, tal vez, distante todavía de ser aconsejada por la prudencia que aún no ha suplantado a la candidez.
Solo la indagación es capaz de mitigar todo temor,
toda aprensión por un mundo que lentamente se difumina
y disipa irremisible sin que nada pueda pararlo.
Aún es más fuerte el deseo de saciar la necesidad de descubrir
lo extraordinario que el temor a desvelarlo.
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