lunes, 26 de diciembre de 2011

La Tierra tendría otra Luna... cada vez más aceptado.

Un estudio de la forma en que nuestro planeta captura temporalmente asteroides sugiere que la Tierra debería tener, al menos, una luna extra.
El pasado 2006, el Catalina Sky Survey, en Arizona, observó un misterioso cuerpo que había empezado a orbitar la Tierra. 
Este objeto tenía un espectro que era notablemente similar a la pintura blanca de titanio usada en las etapas de los cohetes Saturno V y, es más, se sabe que un número de etapas de cohetes orbitan al Sol cerca de la Tierra.




Pero este objeto no era nuestro. 

En lugar de eso, 2006 RH120, como se bautizó, resultó ser un diminuto asteroide de apenas unos metros de diámetro – un satélite natural, como la Luna. 

Fue capturado por la gravedad terrestre en septiembre de 2006, y orbitó junto a nosotros hasta julio de 2007, cuando se perdió en el Sistema Solar en busca de un vecino más interesante.

2006 RH120 fue el primer ejemplo fiablemente documentado de una luna temporal.
Pero debería haber muchos más ejemplos, dice Mikael Granvik y sus colegas de la Universidad de Hawái en Honolulu. Hoy, estos chicos dicen que han modelado la forma en que el sistema Tierra-Luna captura estos objetos, para comprender la frecuencia con la que que se puede esperar tener lunas adicionales y cuánto tiempo deberían estar en órbita.
La respuesta es fácil de enunciar. “En cualquier momento dado, debería haber al menos un satélite natural de la Tierra de 1 metro de diámetro orbitándonos”, dicen Granvik y compañía.
 Estos objetos deberían permanecer ahí durante unos 10 meses y dar unas tres vueltas al planeta.
 Esto significa que la Tierra debería tener ahora mismo una luna de un metro de tamaño.
Esto tiene más interés aparte del académico. 
La NASA ha dicho repetidas veces que es interesante enviar humanos cerca de un asteroide.
 ¿Qué mejor que lanzarlos hacia uno que está aquí en órbita?
Encontrar un candidato adecuado, sin embargo, será complejo. Los asteroides que probablemente se conviertan en satélites temporales en un futuro cercano, serán pequeños y difíciles de observar.
 Es más, estarán sujetos a tantas fuerzas que tiran y empujan de ellos que predecir cuándo, y si alguna vez serán capturados, será casi imposible.
Pero una mejor monitorización podría ayudar a observarlos cuando estén aquí, lo que podría permitir que se planifique de antemano un lanzamiento. 
Granvik y compañía concluyen: “El potencial científico de ser capaz de caracterizar de forma remota por primera vez un meteoroide, y luego visitarlo y traerlo a la Tierra no tendría precedentes.

Artículo de Referencia: 
arxiv.org/abs/1112.3781: The Population Of Natural Earth Satellites

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