Los Pokémon son una clase de extrañas criaturas basadas en animales reales o criaturas míticas y mitológicas orientales, cuando no se inspiran en cosas inanimadas y/o legendarias.
Entre sus características más conocidas está la capacidad para evolucionar, es decir, que una de estas criaturas puede, mediante determinados procesos, transformarse o mutar en otra distinta, en principio.
Consideraré, en concreto, la evolución de un Onix en un Steelix.
El Onix posee un aspecto físico muy particular, similar a una lombriz hecha de roca. Su longitud es de 8,8 metros y su peso de 210 kilogramos.
Se cree que se trata de una criatura hueca por dentro, exceptuando la zona de la cabeza, donde se halla un cerebro imantado.
Este cerebro imantado es lo que le ayuda a no perderse en las profundidades de la tierra cuando excava.
Cuando nace un Onix en estado salvaje, se sumerge
en lo profundo de la tierra.
Allí, diversos minerales se van uniendo a su cuerpo, y la alta presión
del subterráneo los comprime, haciéndolo cada vez más resistente.
Puede vivir cientos de años, siendo uno de los Pokémon más longevos.
El Onix no se alimenta. Sólo muerde piedras para afilar sus fauces.
Las hembras son abundantes, y aún se está investigando cuál es el papel que desempeñan en la reproducción de la especie.
Por otro lado, el Steelix es un ofidio gigante de cuerpo segmentado y compuesto por grandes masas de diamante más o menos esféricas.
Este cuerpo está dividido en una cabeza de grandes maxilares y colmillos prominentes que constituye el segmento más voluminoso y pesado del cuerpo y una cola terminada en un cuchillo colosal en el extremo.
Vive en un hábitat subterráneo y se puede encontrar en cuevas a las que está perfectamente adaptado gracias a su capacidad de excavación y a su visión subterránea.
Steelix es la forma evolucionada de Onix.
Dicha transformación alcanza los 9,2 metros de longitud y una masa de 400 kilogramos, explicándose debido a la presión constante experimentada por el Onix en su hábitat subterráneo.
¿Cómo es posible que un Onix evolucione y sufra una mutación capaz de transformarlo en una criatura tan extraordinaria como es un Steelix?
Veámoslo.
En primer lugar, supondré que un Onix está constituido por carbono en estado amorfo, es decir, la forma más común del carbono puro, mientras que un Steelix está hecho de diamante.
En la naturaleza las condiciones físicas bajo las cuales el carbono amorfo se convierte en diamante tienen que ver con la presión y la temperatura.
En concreto, la conversión suele tener lugar para presiones comprendidas entre los 4,5 GPa (miles de millones de pascales) y los 6 GPa, aproximadamente; la temperatura puede oscilar entre
los 900 ºC y los 1300 ºC.
El proceso suele emplear miles de millones de años en completarse.
El siguiente paso consiste en asumir un modelo ideal para ambas criaturas, algo análogo a lo que se hace en el famoso chiste de la vaca esférica.
Para ello voy a suponer que ambas criaturas del universo Pokémon poseen, aproximadamente, forma cilíndrica.
Conociendo las densidades respectivas del carbono amorfo y el diamante (1950 kg/m3 y 3520 kg/m3) se puede estimar fácilmente el radio de ambos cilindros ideales: 6,24 cm para el Onix y 6,27 cm para el Steelix.
Fíjense que son, criaturas muy largas y pesadas pero, en cambio, extraordinariamente delgadas.
El parámetro físico que nos puede ayudar para intentar comprender el proceso de evolución Pokémon es el denominado módulo de Young.
Dicho en palabras llanas, el módulo de Young mide la proporción entre la presión a la que sometemos el cuerpo y la variación relativa de su longitud.
Así pues, aunque nos pusiésemos en el caso más favorable para el Onix, es decir, tomando el valor más pequeño de 4,5 GPa visto anteriormente y conociendo el valor del módulo de Young para el carbono amorfo (300 GPa), las dimensiones que debería adquirir nuestro Onix serían de 6,15 cm de anchura y 8,67 metros de longitud.
Es decir, muy alejadas del tamaño del Steelix, muy a pesar de que las cifras anteriores proporcionan un volumen del cilindro correspondiente que tiene la densidad del susodicho monstruo diamantino, sin más que mantener su masa en los ya conocidos 400 kg.
Y aquí surge la principal dificultad, ya que si los Steelix constituyen la evolución de los Onix al estar estos sometidos a grandes presiones,
¿cómo es que al comprimirse aumentan sus dimensiones geométricas?
Con esta manera de proceder parece obvio que nunca lograremos alcanzar el tamaño preciso, ya que siempre obtendremos uno menor debido a la propia compresión.
¿Qué tal si probamos con otra alternativa?
Bien, elijamos una forma de proceder inversa, es decir, determinemos cuáles deberían ser las dimensiones del Onix para que al someterlo a elevadas presiones en el interior de la tierra se comprimiese hasta los 9,2 metros
de longitud y los 6,27 cm de anchura que determinan el tamaño
del Steelix asociado.
En este caso, las nuevas medidas ascenderían a 9,34 metros y 6,37 cm.
Desafortunadamente, estos parámetros arrojan un valor del nuevo volumen
de 0,119 metros cúbicos y una masa de 232 kg, algo que tampoco encaja
con los requerimientos establecidos.
¡¡Malditos bichos!!
Fuentes:
Can an Onix evolve into a Steelix? T. Glossop, S. Jinks and R. Hopton. Journal of Special Topics, Vol. 9, No. 1, 2010.
Física de la ciencia Ficción.
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