Siempre había pedido tiempo, nunca tenía suficiente y mi vida era una maraña de acontecimientos que transcurrían uno detrás de otro sin un espacio de continuidad geométrica.
Recuerdo que en una ocasión dije:
“El mejor regalo que me podrían hacer es: TIEMPO”
Así transcurría mi vida…pidiendo tiempo,
buscando tiempo, agobiada por la falta de tiempo.
La noche anterior a mi cumpleaños recibí una tarjeta,
decía lo siguiente:
“Mañana tendrás un regalo muy especial.
Ve a la siguiente dirección:
C/ RELOJ DE ARENA 21, piso 1º a las 9 en punto de la mañana
y entra en la habitación del fondo”
Iba sin firma.
Yo sospeché que se trataba de un regalo sorpresa de mis amigos
y me hacía ilusión, aunque tenía que perder
un tiempo precioso para ir allí a esa hora.
Al día siguiente, fui a la dirección indicada.
La puerta del piso estaba abierta, entré.
Recorrí un pasillo largo y bastante lúgubre y ahí estaba la puerta
de la habitación del fondo.
Me quedé mirándola un rato y sentí una especie de estremecimiento,
pero no me fui y la abrí.
Al otro lado de la puerta aparecieron una serie de relojes de todo tipo,
de arena, de cucú, de cuerda, digitales, clépsidras, de péndulo,
cronómetros, relojes de agujas, analógicos...
y todos comenzaron su sonido…
el tiempo empezó a rodearme y a hacerme silencio;
mientras, la puerta se cerraba detrás de mí.
Una sensación de terror me envolvió;
quise escapar de allí pero el tiempo me paralizó,
empezó a pasar sobre mí a invadirme.
No pude hacer nada… no puedo hacer nada…
estoy atrapado en el tiempo para siempre.
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