viernes, 23 de diciembre de 2011

sobre la Materia.


Materia es todo aquello que tiene masa y ocupa un lugar en el espacio. 
Sencillo parece, pero nada más lejos. 
Tanto la física, como la química, como la filosofía se encargan de este concepto, y eso no nos puede llevar a nada bueno, al menos a nada sencillo.
En física se llama materia a cualquier tipo de entidad física que es parte del universo observable, tiene energía asociada, es capaz de interaccionar, es decir, es medible y tiene una localización espaciotemporal compatible con las leyes de la física.
Es decir, la idea de materia no puede ser nada fijo, sino que evoluciona para ajustarse a los campos nuevos de la realidad que la ciencia va descubriendo y creando. 
O sea, que la respuesta a la pregunta qué es materia depende del momento histórico en que se haga. Claro que sucede exactamente igualito en la filosofía.
En filosofía, si el contexto histórico temporal no fuera suficiente, hay que añadirle que se trata de un concepto dinámico que depende del sistema dentro del que se defina, incluso en sistemas contemporáneos, coetáneos y coexistentes. 
Podríamos definir materia como los constituyentes de una realidad  que puede ser percibida por diversos sujetos. Es decir la materia constituiría la realidad objetiva.
Ya va pareciendo menos sencillo. Ni siquiera el concepto deja muy claro a qué nos referimos…y a qué no.
Nuestra noción de materia tiene que ser compatible con el pluralismo hílico constatable en la realidad.
 Recuerden que el hilemorfismo Aristotélico  proponía que todos los cuerpos estaban constituidos por dos principios esenciales: la materia y la forma.
 La idea de materia es un concepto crítico más que un concepto genérico abstracto y universal, hay que aterrizarlo. 
Y para ello nada mejor que obtenerlo como resultado de una confrontación con las distintas materialidades concretas.
 Lo primero que se descubre en esta confrontación es precisamente la inconmensurabilidad mutua de dichas materialidades concretas. 
Es decir, se obtiene una visión materialista de la realidad. 
El mundo es material y existe objetivamente, independientemente de la conciencia. 
La conciencia y el pensamiento se desarrollan a partir de un nivel superior de organización de la materia, en un proceso de reflejo de la realidad objetiva.
Una postura en cambio, que niegue el carácter material a entidades como el espacio, el tiempo o el vacío, que forman parte de nuestra realidad,  se encuentra ante el problema de caer en un agnosticismo al no definirse, o decir que dichas entidades son espirituales. 
Por ello el rechazo de una posición materialista nos lleva al agnosticismo o al espiritualismo, posturas realmente incómodas desde un punto de vista ontológico y mucho más desde un punto de vista científico.
Podemos pensar, como Ferrater,  que la realidad es el mundo material, con rasgos que permiten el autoensamblaje de algunos de sus componentes para formar organismos; muchos de los cuales se comportan socialmente y fruto de ello se originan, en algunos casos, productos culturales que determinan la racionalidad y en último extremo (posiblemente inalcanzable) la universalidad de la conducta y del conocimiento. 
Podemos aplicar, como hizo Bunge, una ontología de carácter materialista que integra una concepción materialista de la vida, una teoría materialista de la mente y una concepción materialista de la cultura. 
Y además, todo ente material es cambiable.
El materialismo no es una filosofía única, sino una familia de ontologías que tienen en común la tesis de que cuanto existe realmente es material. 
La materia es el conjunto de todos los objetos materiales o entes.
 La materia para Bunge es un conjunto, un objeto abstracto. 
La realidad es idéntica con la materia, los únicos objetos reales son los materiales.
Lo que trata Bunge  es de consensuar el materialismo con el racionalismo, y ponerse por tanto en contra de filósofos como Popper que mantienen actitudes espiritualistas. 
Según Popper el materialismo reduciría todo lo relacionado con el psiquismo y la cultura al mundo de los los objetos físicos, y con esto se opondría al evolucionismo emergentista que admite la independencia relativa entre de psiquismo y cultura respecto a de los objetos físicos.
Gustavo Bueno, en su materialismo filosófico da un paso más, negando la existencia de substancias espirituales, pero admite la existencia de seres incorpóreos. Y pone un ejemplo para que lo entendamos: la relación real (no mental) de la distancia que existe entre dos botellas de agua que están encima de una mesa es tan real como esas dos botellas corpóreas; esa distancia es material incorpórea, y nada tiene de espiritual.
Para romper el círculo vicioso (sustancia espiritual es la sustancia no material, y sustancia material es la no espiritual) el materialismo filosófico introduce la idea de la vida, definiendo la sustancia espiritual como «sustancia viviente incorpórea».
 El materialismo en general (así reinterpretado frente a variantes groseras) y el materialismo filosófico en particular, «niega la existencia y posibilidad de sustancias vivientes incorpóreas».
Las teorías científicas, las doctrinas filosóficas o los poemas no son para Bunge objetos materiales, no tienen existencia autónoma separada de sus creadores y usuarios. 
 Dichos productos culturales tienen una cierta existencia independiente de los usuarios y de los actos concretos en que se actualizan en sus mentes, acercándose más en este punto a Bueno y Popper que a Bunge.
El materialismo puede entenderse como una doctrina ontológica y óntica a la vez, y como  una postura metodológica.
  • Como doctrina óntica es una conjetura acerca de la realidad que considera a ésta como la manifestación múltiple de una única substancia material de carácter energético.
  • En este contexto la idea de materia está más directamente referida a nociones físicas como energía, dinamismo…las cuerdas en último extremo.
  • Como doctrina ontológica parte de una noción crítica y trascendental de la materia, obtenida a partir de un regreso destructor de las peculiaridades de las materialidades concretas: objetos físicos, actividades psíquicas, productos mentales y culturales, como condición de posibilidad de dichas materialidades concretas.
  •  La noción ontológica de materia no se toma del mundo, sino que surge a partir de la destrucción dialéctica de las categorías mundanas.
  • Desde el punto de vista metodológico es un compromiso para no aceptar ningún tipo de explicación trascendente de los fenómenos, intentando agotar las explicaciones inmanentes de los mismos y dejando abiertas las cuestiones que no pueden recibir, por ahora, explicaciones de este tipo.
El materialismo es una postura ontológica solidaria y compatible con la ciencia moderna, cosa que no le sucede a las explicaciones de tipo espiritualista, y además es más arriesgada y potente que las posturas escépticas. 
Es solidario de un humanismo práctico, que no teórico, a nivel ético y político, y es la única base posible sobre la que fijar el interés emancipatorio de la humanidad. 
Es la base de una ética humanista y emancipatoria entendida como la técnica de despliegue máximo de las potencialidades contenidas en nuestro cuerpo y en nuestra mente en dirección a una conjunción creativa y solidaria con los demás hombres en la creación de multitudos (cuerpos políticos) capaces de autoliberación y autodespliegue enriquecedor de las propias potencialidades. Espinosa y Nietzsche son las bases de este materialismo ontológico que se desarrolla en una ética y una política emancipatoria basadas en el poder, aún ignorado, de los cuerpos humanos y de sus composiciones políticas en sociedades que afirman su potestad y su poder como autoliberación.

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