Agua de luna en vaso de cristal iridiscente entrando en las entrañas.
Un sorbo y la cabeza se hace remolino,
tal vez una patraña de ideas de telaraña buscándome sustento.
Un trémulo temblor es el que siento si bebo sin cesar de ese néctar luminoso, refrescante e insidioso, capaz de hacer mil trampas en mi mente.
Es la imaginación tan portentosa que a tragos me la bebo sintiendo que baja a mi garganta esa diosa de la noche.
¡Qué derroche de vapores neuronales! ¡Qué desmanes!
Y río desmadejada, algo traviesa, muy ufana imaginando dar mil vueltas de tornillo a este rostro mío
¡Ay luna!
Ebria de ti, mi testa se hace un lío.
Más tarde pienso:
¡Qué buena es la existencia de Selene
para exculpar del todo a mis sentidos!

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