domingo, 12 de febrero de 2012

Hace tiempo que veo fantasmas.


Hace tiempo que veo fantasmas. 
Me he acostumbrado a sus presencias mudas.
 Me acompañan, me observan fijamente y jamás sonríen
 Tras lo inquieto inicial, ahora siento que me tranquilizan.

Tan solo algunas veces me causan inquietud,
 pero es una inquietud que yo juzgo beneficiosa, incluso necesaria.

 No solo cuando estoy solo, están conmigo; en el trabajo o en actos sociales, rodeado de gente sé que siguen ahí porque los veo vagar entre los otros, entre los seres que viven todavía. 

Con aire distraído, en un vagar etéreo.
 Se giran y me observan.

He llegado a sentir el impulso de saludarles.
 Pero no lo hago, jamás los interpelo, no quiero que esa leve inquietud 
que me provocan y me tranquiliza se transforme en terror,
 que sus rostros se desencajen
 y me hagan conocer el espanto.

Veo fantasmas, sí.

 Podrían ser terribles, por eso yo me muevo entre ellos sigiloso
 como un espectro, muy cuidadosamente.

 Si me ves algún día, procura no mirarme demasiado.
Quizá me veas hablando con ellos. 


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