Su voz era la danza,
segunda piel hecha de arrullos,
túnel de luz hacia el mañana,
la piedra necesaria
para cruzar los charcos.
Un día se desplomó
como lo hacen las paredes
cuando las vigas gimen
y se arrodillan las casas.
Entre silencios de polvo y escombros
su lengua innecesaria palpita
y se redime en el hundimiento
de todas las palabras.
Un arcoíris palidece en el mástil
de su horizonte, eco desvanecido.
segunda piel hecha de arrullos,
túnel de luz hacia el mañana,
la piedra necesaria
para cruzar los charcos.
Un día se desplomó
como lo hacen las paredes
cuando las vigas gimen
y se arrodillan las casas.
Entre silencios de polvo y escombros
su lengua innecesaria palpita
y se redime en el hundimiento
de todas las palabras.
Un arcoíris palidece en el mástil
de su horizonte, eco desvanecido.

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