viernes, 30 de marzo de 2012

Aviones Vs. Granizo en pleno vuelo.


Muchos de nosotros hemos sufrido y lamentado las consecuencias del granizo en nuestros hogares, jardines, sembrados y vehí­culos. 
Pero eso no es nada si lo comparamos con estas espeluznantes fotografías de aviones que recibieron durí­simos impactos de granizo durante el vuelo. Parece un milagro que hayan conseguido aterrizar luego de los tremendos daños recibidos.

El granizo es el fenómeno meteorológico más difí­cil de predecir. 
Se forma muy rápidamente y en puntos muy especí­ficos de una tormenta,
 por lo que es casi imposible alertar sobre su aparición con una anticipación razonable. Es muy frecuente que caiga granizo sólo en un puñado de barrios de una ciudad, y por un período de tiempo breve pero devastador.
 Para una detección y seguimiento eficaz del granizo se requiere la instalación de una red de radares especiales que existen en muy pocos lugares en el mundo.

Al detectarse las primeras señales de tormentas con posibilidad de granizo, el tráfico aéreo es desviado de inmediato para evitar problemas.
 El impacto de una piedra de granizo sobre una aeronave que vuela a más de 700 kilómetros por hora puede resultar terrible: el metal de las alas
 y fuselajes de los aviones es atravesado como si fuese de papel.
Por desgracia, en escasas ocasiones la formación de las tormentas de granizo es tan repentina que las advertencias a los pilotos no llegan a tiempo.

El Granizo es una de las formas de precipitación y se llega a originar cuando corrientes aire ascienden al cielo de forma muy violenta.
 Las gotas de agua se convierten en hielo al ascender a las zonas más elevadas de la nube, o al menos a una zona de la nube cuya temperatura sea como mínimo de 0º Centígrados, temperatura a la que congela el agua. Conforme transcurre el tiempo, esa gota de agua gana dimensiones, hasta que representa lo suficiente como para ser incontenible y permanecer por más tiempo en suspensión. 
Es entonces cuando, arrastrándose en su caída entre medias de la nube, 
se lleva consigo las gotas que va encontrando en su camino.