Mirábamos el cielo… Ya no es el mismo, pensé.
Las mismas nubes, la misma luz, el mismo espacio, el color azul…
pero no es el mismo, no.
Ahora, sabemos dónde estamos, antes no.
Ahora sabemos que es un espacio infinito en el que inmensidad de estrellas viven, nos han enseñado su composición, sabemos por qué brillan y también su situación en ese cielo que un día miramos con fervor,
con dulzura de amores, en un éxtasis…
Para nosotros, antes, el cielo era un misterio, algo inalcanzable, algo…
sin explicación.
Era donde se fraguaban todos los amores, era el paraíso, donde nos reuniríamos eternamente, donde habitaba Dios.
Ahora no, ahora es un espacio donde se mueven los astros,
una esfera gaseosa, donde se forman ciclones y borrascas, algo que nos rodea, que se puede estudiar, conocer, que tiene un sentido…, antes… no.
Era el lugar más hermoso para mirar desde abajo, desde la tierra,
reflejado en los ojos amados, era un lugar donde pensábamos que, algún día, todos los amores se reunirían allí eternamente, un lugar hipotético, algo que sólo alcanzan las almas cuando ya, cansadas de amar en este mundo,
allí les esperaba el premio…, el eterno amor.
Ahora es un lugar hollado por los hombres con sus máquinas, giran y giran, dejan basura que lo ensucia, ya no es un lugar romántico donde las parejas que se amaban encerraban sus desdichas y alegrías, en el que posaban sus ojos para encontrar lo perdido o mitigar su dolor.
Ahora es algo que tiene cuerpo, a donde los hombres llegan para estudiar
su composición y todas las maravillas que encierra…
Yo no deseo que las descubran, prefiero el misterio, lo oculto, lo que sueño…
Para mí el cielo será siempre un lugar enigmático, aquel lugar soñado cuando al caminar tomados de la mano,
era nuestro último lugar de unión.
(Mi otra parte soñadora de las ciencias...)
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